¿Sueños o recuerdos?

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Una vez que la señora puso el automóvil en marcha, me dediqué a mirar por la ventana

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Una vez que la señora puso el automóvil en marcha, me dediqué a mirar por la ventana. Me sorprendió que, a pesar de ser un objeto grande y pesado, casi no hiciera ruido. Tampoco percibí movimientos bruscos en el trayecto. Me recordó a lo que sentía al deslizarme por las dunas junto a Katia, mi hermana. Eso me hizo alegrarme de verdad. Me calmó mucho darme cuenta de que aún puedo encontrar el lado bueno dentro de esta extraña realidad.

—Oli, ya llegamos —anuncia ella.

Doy un respingo cuando la oigo. Estaba demasiado ensimismada. Pese a eso, me recompongo enseguida y le muestro una gran sonrisa. Recibo una de su parte antes de que se incline para ayudarme con el cinturón. Concentro toda mi atención en lo que hace para repetirlo correctamente después. No sé cuánto tiempo voy a pasar bajo su cuidado, ¿o debería decir vigilancia? Como sea, depender de ella para todo ya no es una opción. Cuanto más pronto pueda recuperarme, más rápido podré buscar la manera de regresar a casa.

—La psicóloga que va a atenderte se llama Tara. Es amiga mía desde hace tiempo. Nos conocimos en la universidad. Es muy amable y simpática. Verás que es muy sencillo hablar con ella —afirma mi acompañante.

—Me gusta su nombre —digo entre dientes.

No se me ocurre qué más podría expresar. Fingir entusiasmo por una reunión incómoda y no solicitada me resulta absurdo. Sin importar quién sea esa persona, es bastante difícil, por no decir imposible, que me ayude. Lo que me está ocurriendo ni siquiera es normal. No he visto a nadie más con las marcas de Gildestrale en las manos. Tampoco me lo han mencionado. Según la señora, lo mío son cicatrices porque me sucedió algo muy malo.

Sin embargo, lo que yo recuerdo no se parece en nada a lo que ella recuerda. Aunque casi no hemos hablado sobre el tema, me ha dado a entender que estuve secuestrada por un hombre. Si eso hubiera sido así, tendría recuerdos nítidos de cada segundo de lo ocurrido. Mi memoria fotográfica lo habría grabado a fuego en mi cerebro. Pero no hay ni una partícula de dicho suceso en mi cabeza. ¿De verdad viví algo así y lo olvidé todo? Se dice que los grandes traumas pueden hacer que una persona suprima recuerdos. ¿Podría haberme pasado eso a mí?

Sin importar cuánto lo pienso, no lo creo posible. En mi mente veo claramente lo que me pasó antes de despertar en este lugar. Presenciar la amputación de mis manos y sufrir la separación permanente entre mi alma y mi cuerpo fue horroroso. Si esos brutales ataques cuentan como secuestro, entonces sí estaría de acuerdo con la mujer. Pero nada de eso coincide con lo poco que la señora me ha revelado. Al parecer, ella evita el asunto para no causarme daño.

Incluso mis habilidades como guerrera, las cuales creía perdidas, se manifiestan de otra forma aquí. Me suceden cosas que nunca me habían pasado. ¿Por qué? ¿Habrá otros soldados en esta misma situación? ¿Podré encontrarlos sin revelar quién soy en realidad? No creo que pueda contarle nada de esto a alguien que no sea como yo sin que me consideren loca. ¿Quién va a creerme? Este sitio es muy distinto de Mánesvart. Acá nadie me va a tomar en serio. Al parecer, los segadores de Gildestrale no existen en este lugar. O al menos así había sido hasta este momento, pues heme aquí. ¿Soy una anomalía dimensional ahora?

Segadora de recuerdos y sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora