Tras tener un agradable desayuno en compañía de mamá, nos apresuramos a salir de casa. Queda poco tiempo para que empiecen las clases del día. En unos pocos minutos, mamá aparca su automóvil cerca de la entrada de la escuela. Antes de bajarme, me giro hacia su asiento para darle un fuerte abrazo. La cubro de besos y de caricias mientras río como cuando era tan solo una niñita. El amor que siento por ella renació hoy con mucha más fuerza que antes.
—Cuídate, cariño. Ya sabes, no te exijas de más en nada, ¿eh? Si te sientes mal en cualquier momento, solo dímelo y vendré por ti de inmediato.
—Tranquila, mamá. Solo tengo un poco de sueño, eso es todo. Estaré bien.
—Ojalá que sí, mi amor.
—Ah, por cierto, ¿podrías ayudarme con esto?
Le entrego la cajita con el regalo de cumpleaños que me dio. Ella sonríe de oreja a oreja y me coloca el colgante. Aunque podría habérmelo puesto yo sola, quería darle a ella la satisfacción de ponérmelo, tal como lo hacía cuando iba al jardín de niños. Recuerdo que le encantaba peinar mi cabello y colocarme la ropa con los accesorios que más me gustaban. Ver en sus ojos el mismo brillo que veía en ese entonces me hace sentir muy feliz.
—Hasta pronto, Oli.
—Adiós, mamá.
Me despido de ella con un ademán manual y no me giro hasta que pierdo su auto de vista. Hoy será la primera vez que entre a la escuela yo sola. Antes de hoy, venir hasta aquí sin la compañía de Julie habría sido algo muy difícil para mí, por no decir imposible. Mi mente era como un rompecabezas desordenado que tenía muchas piezas perdidas. Me sentía inestable y amenazada a cada instante por cualquier motivo. Sin embargo, esos terribles días de incertidumbre y miedo comienzan a quedar atrás ahora que tengo acceso a todo lo que realmente soy.
Cuando cruzo el umbral de la puerta, varias miradas siguen mis movimientos. Veo a muchos hablar entre sí en voz baja. Ni siquiera se molestan en darme la espalda para disimular que hablan sobre mí. Pero nada de eso tiene importancia alguna hoy. Sus cuchicheos ya no me causan ansiedad ni tristeza. A diferencia de antes, ahora sé quiénes son. También comprendo por qué me miran así y por qué chismorrean. Si yo estuviera en su lugar, quizás actuaría de la misma forma.
Pese a que probablemente no están hablando bien sobre mí, saludo a la mayoría de la gente que veo. Levanto mi mano y les sonrío. Encuentro desconcierto y recelo en algunos, pero también me topo con emoción y sonrisas en otros. Sigo mi camino hasta mi taquilla con la frente en alto. Si bien aún me queda un largo camino por delante, siento que las respuestas faltantes ya no están tan lejos como pensaba.
Tomo los libros que necesito y los pongo en mi mochila. Al cerrar la puerta, me topo de frente con el rostro de Kylian. Intento saludarlo, pero las palabras se me quedan atoradas en la garganta. A pesar de que nos hemos visto muchas veces antes de hoy, siento como si lo estuviera viendo por primera vez en meses. De cierta forma, es así. Las semanas que pasaron desde la última ocasión en que estuve a su lado siendo realmente yo son bastantes.
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Segadora de recuerdos y sombras
FantasíaOlivia Duncan nunca le ha temido a la muerte, sino a las despiadadas criaturas que nacen y se alimentan de ella para desestabilizar dimensiones. Cuando una vida es arrebatada en contra de la voluntad de su dueño, esa alma puede convertirse en un Dák...