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Paul

Una vez fuera de la cafetería, Álex y yo fuimos a mirar los escaparates de las tiendas de al rededor de la cafetería en silencio.

Estaba pensando en todo lo que dije ahí dentro, más bien en lo poco que dije. Aunque le seguí un poco el juego al final, pienso que podría haber hablado más, lo nervioso que me ponía la presencia de aquella chica me dejaba sin habla.

— ¿Qué te pasó? Sé que Miriam es muy juguetona y quizás algo directa... — hizo una pequeña pausa para dirigir su mirada hacia mi y reirse—. Pero esa chica te dejó mucho, bro...

— No lo sé... Tu amiga es muy atractiva, no lo puedo negar, me gustaría saber cómo es, espero tener el valor para preguntarle mientras caminamos — bromeé mirando al suelo.

— Miriam es una gran chica, ya sabes, las mejores cosas vienen cuando menos te lo esperas. Solo sé sincero contigo mismo y sigue tu corazón, ¿vale?

No recibió una respuesta, me quedé callado mientras seguíamos mirando escaparates. La acabo de conocer, es preciosa, es más extrovertida que yo, su voz es preciosa, es muy atenta; pero no es como para que me guste aún, solo he tenido una muy buena impresión de ella... Supongo.

Miriam

Mientras limpiaba y recogía el local, mi mente se perdía en los eventos del día. Álex había regresado de la academia, y aunque apenas habíamos hablado al respecto, estaba ansiosa por saber cómo le había ido. Entre mi trabajo, las clases de baile y la universidad, apenas había tenido tiempo para seguir el programa, pero algunas actuaciones me habían llamado la atención.

Y luego estaba Pablo. Desde que Álex me lo presentó, su presencia me intrigó. Tenía una frescura y autenticidad que resultaban irresistibles. Su sonrisa era encantadora y contagiosa, y su timidez solo lo hacía más adorable. Había algo en él que irradiaba confianza y calidez, y sentía un impulso inexplicable por conocerlo mejor. Podríamos llevarnos muy bien, incluso ser buenos amigos.

Después de terminar de limpiar el suelo, guardé los productos de limpieza en el cuarto de los empleados y me dirigí a cambiarme. En mi mochila tenía un jersey blanco que dejaba los hombros al descubierto, unos pantalones vaqueros acampanados a partir de la rodilla, mocasines negros y una bufanda roja. Me vestí rápidamente y guardé el uniforme en la mochila antes de salir.

Cerré las puertas con llave y me giré para buscarlos, estos estaban mirando escaparates mientras esperaban, me dirigí hacia ellos con una sonrisa.

Paul

Justo en ese momento, Miriam salió de la cafetería, cerrando la puerta detrás de ella. Nos miró con una sonrisa radiante y se acercó hacia nosotros, parecía haberse cambiado, iba preciosa, llevaba un jersey blanco, unos pantalones vaqueros, unos zapatos negros y una bufanda a juego con su lazo y labios. Esta chica viste demasiado bien...

— ¿Nos vamos? — dijo sonriente, ambos asentimos y seguimos caminando con aquella calle.

Mientras los cordobeses me enseñaban lo que me quedaba por ver de la ciudad, escuché como Miriam le preguntaba ansiosa a Álex su paso por OT, parecía haber estado un poco ausente cuando el programa estaba en curso.

— ¿Sabes que Paul también participó en OT? — dijo el cordobés mirándome

— ¿En serio? ¿También cantas? Que mono... ¿Cómo te fue a ti? Perdón, estuve muy ocupa desde noviembre hasta ahora... — me dedicó una sonrisa suave al preguntarme.

— Pues bien, quedé segundo, estoy muy contento con mi trabajo dentro de la academia y ahora estaré muy metido en mi trabajo fuera, quiero currarmelo mucho.

— Debes de tener mucho talento, me alegro mucho por ti también, cuando llegue a casa veré tus actuaciones — me guiñó el ojo burlona.

Caminamos juntos por las calles iluminadas de Córdoba, cada paso nos acercaba más y más. La conversación fluía naturalmente, Miriam y Álex compartían anécdotas de su infancia mientras yo añadía mis propias experiencias de la academia. A medida que la noche avanzaba, me sentía cada vez más a gusto con ellos, especialmente con Miriam. Su risa era contagiosa y su entusiasmo por la vida me hacía sentir como si la conociera desde siempre.

— Y cuentame Miriam, pareces saber más de mi que yo de ti. ¿Cuántos años tienes? ¿Haces algo más a parte de encargarte de la cafetería? — pregunté, me dio intriga su vida, ¿Qué tanto hizo desde que empezó OT hasta ahora?

— Pues mira, voy a cumplir 21 el 11 de mayo, y cuando decía que estuve muy ocupada era porque además de la cafetería estudio periodismo en la universidad — dijo sonriente, le pegaba bastante.

— Pero cuéntale también que bailas, ¿Te da vergüenza? — dijo Álex pasando su brazo por los hombros de la chica y apretando sus mejillas.

— Alejandro, para... — rió la chica para luego mirarme —. Estoy en un grupo de baile, hago urban y contemporáneo, pero lo tomo como hobby

Las mejillas coloradas de la cordobesa hacían ver que le daba cierta vergüenza hablar de ello.

— He ido a algunas de sus actuaciones, es increíble — el de ojos verdes agarró de los hombros a la chica y la sacudió mientras hablaba.

— Si tanta ilusión te hace, te diré cuando tenga una actuación y me acompañas — golpeó ligeramente el hombro del chico mientras reía.

— Iremos — respondió Álex pasando su brazo ahora por mis hombros.

Sonreí, sintiéndome parte de esta pequeña burbuja de amistad. Continuamos caminando por las calles de Córdoba, iluminadas por las farolas que proyectaban sombras suaves sobre los adoquines. La conversación fluía con naturalidad, y cada vez me sentía más a gusto con los cordobeses.

Llegamos a un pequeño parque y decidimos sentarnos en un banco. Álex se estiró, disfrutando del aire fresco de la noche, mientras la castaña y yo seguimos conversando.

— ¿Qué te atrajo al periodismo, Miriam? — pregunté, interesado en conocer más sobre sus pasiones.

— Siempre me ha gustado contar historias y estar informada sobre lo que pasa en el mundo. El periodismo me permite hacer ambas cosas y, además, creo que es una herramienta poderosa para dar voz a quienes no la tienen — explicó, con una pasión evidente en su voz.

— Eso es admirable. Se nota que tienes un gran corazón — dije, admirando su dedicación.

La conversación continuó, cubriendo una amplia gama de temas desde nuestros sueños y aspiraciones hasta pequeñas anécdotas divertidas de nuestras vidas. Álex contribuyó con sus propias historias, haciendo que la noche fuera aún más amena.

Finalmente, la hora se hizo evidente y decidimos que era momento de regresar. Nos levantamos del banco y comenzamos a caminar de vuelta.

— Ha sido una noche increíble. Gracias por acompañarnos, Miriam — dije, sinceramente agradecido.

— Gracias a ti, Pablo. Me alegra haber pasado este rato con vosotros — respondió ella, sonriendo.

Nos despedimos frente a la casa de Álex. Miriam me dio un abrazo rápido y cálido antes de dirigirse a su propia casa, prometiendo que nos veríamos pronto. Mientras entrábamos en la casa de Álex, no pude evitar sentir una mezcla de emoción y anticipación por lo que el futuro podría traer. Esta noche había sido solo el comienzo, y estaba ansioso por ver cómo se desarrollaría todo.

From The Start - Paul ThinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora