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Miriam

Después de terminar de almorzar, Pablo y yo decidimos dar un paseo por el barrio. El día estaba despejado y agradable, perfecto para caminar sin rumbo fijo. Salimos de la cafetería y nos adentramos en las calles tranquilas del pueblo. Mientras caminábamos, él me contaba sus planes para su single.

—Quiero que este single sea algo especial —empezó Pablo, mirándome con entusiasmo—. Tengo una idea para una fiesta privada para presentarlo. Será algo íntimo, mis compañeros, los profes, amigos cercanos, puede que algunos miembros de la prensa para entrevistas y tal.

—Suena guay, ¿dónde va a ser? —pregunté intrigada.

—En Madrid posiblemente, para que a todos nos quede cerca, ¿vienes conmigo, no?

—Claro, no me voy a perder la oportunidad de conocer a tus compañeros —reí, me hacía mucha ilusión la idea.

—El rollo es que no vamos a poder estar todos a nuestro rollo, lo más probable es que nos entrevisten a muchos de los que vayamos —dijo, apretando sus labios.

Paré en seco, el corazón me latía con fuerza.

—¿Y si me preguntan mi cercanía contigo? —pregunté, con cierto miedo de que él pretenda esconderme aún.

—Cielo, les dices la verdad, que eres mi chica —respondió el chico con tranquilidad—. ¿Por qué dirías que no lo eres?

Desvié la mirada con inseguridad.

—No lo sé, es que... —hice una pausa, buscando las palabras—. No sería la primera vez que una pareja me esconda del mundo, no es que piense que tú me harías lo mismo, es que... —iba a continuar hablando, pero un beso del rubio me interrumpió.

Sus labios sobre los míos lograron calmarme un poco, transmitiendo una paz que solo él podía darme. Sentí cómo el mundo se ralentizaba a nuestro alrededor mientras él entrelazaba nuestras manos con ternura. Sus dedos empezaron a acariciar los míos con suavidad, dibujando círculos y trazos delicados que enviaban pequeñas oleadas de tranquilidad a través de mi cuerpo. Cada caricia era un recordatorio de su amor y de su compromiso conmigo, un gesto silencioso que decía más que mil palabras.

Pablo me miró con esos ojos oscuros y profundos que parecían leer mi alma al dejar mis labios. Se acercó un poco más, envolviendo mi rostro entre sus manos con una dulzura que me desarmó por completo.

—Miriam, estoy dispuesto a cogerte de la mano y llevarte por todos lados para que todos nos vean juntos, estoy dispuesto a subirte al escenario y cantarte mis canciones, estoy dispuesto a defenderte de cualquier persona que te ataque por redes o en persona —dijo con una sonrisa dulce en sus labios—. Quiero hacerte olvidar de todo lo que te hayan hecho y de todas las inseguridades que te dejaron. Porque si estoy aquí, si estoy saliendo contigo sin precaución ninguna, sin siquiera esconderme y ponerme algo para que no me reconozcan, es porque me da igual lo que piense la gente, porque te quiero, te quiero de verdad... Y no soy capaz de hacerte daño, no lo soy, ni lo seré; ya te lo aseguro.

Sus palabras fueron como bálsamo para mi alma herida. Sentí que cada frase, cada promesa que salía de sus labios, se grababa en mi corazón, llenando los espacios vacíos dejados por el dolor y la inseguridad. Los ojos de Pablo brillaban con sinceridad, reflejando el amor y la determinación que sentía por mí. Me abrazó con fuerza, y en ese momento, supe que con él, mis miedos y dudas empezarían a desvanecerse.

—Pablo... —susurré, mirando fijamente sus ojos—. No sabes cuánto necesitaba escuchar eso. —Me detuve un momento para tomar aire—. He pasado tanto tiempo sintiéndome invisible, pensando que no era lo suficientemente buena como para ser mostrada al mundo. Pero tú... tú haces que todo eso desaparezca. —Sonreí, acariciando su mejilla—. También te quiero, más de lo que puedo expresar con palabras. Y si estás dispuesto a hacer todo eso por mí, yo también estoy dispuesta a luchar por nosotros, a enfrentar cualquier cosa que venga. Porque contigo, me siento fuerte.

From The Start - Paul ThinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora