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Miriam

Sentada en la cama de Pablo, aproveché para observar su habitación con detenimiento mientras él se duchaba. Había estado tan concentrada en dejar el lugar decorado hace unos minutos que no me había detenido a apreciar realmente cada detalle de su espacio. Miré hacia la ventada donde debajo de esta se encontraba un teclado eléctrico, permitiendo que la luz natural iluminara las teclas durante el día. Al lado de este, había un micrófono de alta calidad que colgaba de un soporte, listo para capturar las ideas y melodías que constantemente brotaban en la mente de Pablo.

Las paredes eran de color blanco, dando una apariencia de que el lugar era mucho más grande, estas estaban decoradas con estanterías con discos musicales, entre ellos pude diferenciar "Motomami" de Rosalía y "El Madrileño" de C. Tangana, cuyas portadas llenas de color y arte urbano añadían un toque vibrante al ambiente de la habitación.

Noté un escritorio organizado cerca de la ventana. Sobre él descansaba un ordenador y, para mi sorpresa, una PlayStation 5 junto a varios juegos apilados. Recordé las conversaciones donde me había contado que era bastante friki de los videojuegos y de todo lo relacionado con la tecnología. La consola era claramente un lugar donde se relajaba y disfrutaba de su tiempo libre, algo que contrastaba con su dedicación al piano y a la música.

La cama estaba perfectamente hecha, con una colcha gris que contrastaba con los cojines de colores vivos, dándole un toque acogedor y moderno a la vez. Al lado, una pequeña mesa de noche sostenía una lámpara de lectura y un par de libros, junto con su cuaderno de notas de color naranja donde Pablo escribía sus letras y pensamientos. En una esquina de la habitación, había una cómoda con varias plantas, añadiendo un toque de naturaleza y frescura al espacio. En el suelo, una alfombra suave y esponjosa completaba el ambiente, invitando a sentarse y relajarse mientras se escuchaba música o se leían algunos versos.

Si se comparaban nuestras habitaciones, se podía ver claramente que teníamos estilos muy distintos. Mi habitación era un reflejo de mi amor por la organización meticulosa y un estilo más minimalista y femenino. Mis paredes estaban decoradas con cuadros y fotos enmarcadas de momentos significativos y lugares visitados, creando una sensación de orden y armonía. La paleta de colores de mi habitación tendía a tonos más suaves y neutrales, con detalles en pasteles que añadían un toque delicado y cálido.

El sonido de la puerta del baño interrumpió mis pensamientos, y levanté la mirada justo a tiempo para ver a Pablo salir con el pelo mojado y una toalla en la mano, cerrando la puerta detrás de él. Se dirigió al armario mientras se secaba el cabello frente al espejo de la puerta. Observar cómo las gotas de agua resbalaban por su cuello y empapaban su camiseta hizo que mis mejillas se calentaran.

—¿Qué pasa? —preguntó Pablo, mirándome a través del reflejo del espejo mientras se secaba el pelo.

—Nada... —respondí rápidamente, sintiendo cómo mis mejillas se calentaban aún más mientras desviaba la mirada hacia otro rincón de la habitación.

Pablo dejó la toalla y se acercó a mí, con una sonrisa pícara en los labios. Tomó mi mentón mientras yo seguía sentada en su cama, permitiéndole poder ver mi sonrojo.

—¿Qué pasa? —preguntó Pablo, mirándome a través del reflejo del espejo mientras se secaba el pelo.

—Nada... —respondí rápidamente, sintiendo cómo mis mejillas se calentaban aún más mientras desviaba la mirada hacia otro rincón de la habitación.

—¿Seguro que no pasa nada? —insistió, sus ojos oscuros brillaban divertidos.

Pablo Suárez Delgado, temo que mi cordura se desmorone antes de lo esperado si continuamos así.

From The Start - Paul ThinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora