Tras el emocionante final de Operación Triunfo, Álex Márquez regresa a su querida Córdoba acompañado de Paul Thin. Lo que comienza como una simple visita de amigos se convierte en una tarde inolvidable cuando una encantadora camarera entra en escena...
Desde el momento en que el single salió a la luz, sentí una presión en el pecho que no había experimentado antes. No era la típica mezcla de nervios y emoción que solía acompañarme en cada lanzamiento, sino algo más oscuro, más pesado. Me pasé las primeras horas después de la presentación pegado al teléfono, observando cómo los comentarios se acumulaban en mis redes sociales. Al principio, me emocionaba leer las felicitaciones, ver cómo la gente conectaba con la canción, o ver gente que llevo admirando desde hace un tiempo ha llegado a mi canción. Pero poco a poco, mi sonrisa se iba desvaneciendo cuando empezaron a aparecer mensajes diferentes, llenos de rabia y desilusión.
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Traté de no prestarles atención, enfocándome en los comentarios buenos, pero cada vez que veía una crítica, algo dentro de mí se rompía un poco más. Me preguntaba si realmente había hecho bien en sacar un tema así. Sabía que la música era mi vida, que no podría imaginarme haciendo otra cosa, aunque meses atrás me hubiese rendido y me hubiese centrado en mi carrera. Pero lo comentarios malos se metían bajo mi piel, haciéndome dudar de todo. No tardaron en aparecer clips de la entrevista que habíamos hecho en la presentación. En un principio, me hizo ilusión verlos circular, pero esa alegría no duró mucho. Las reacciones no eran las que esperaba. Había gente claramente disgustada por la confirmación de mi relación con Miriam. Empezaron a circular rumores que me dejaban perplejo:
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No podía creerlo. Sentía una mezcla de confusión y enojo que no podía sacudirme. ¿Cómo era posible que, en lugar de hablar del single, la gente se concentrara en crear teorías absurdas? Ver el nombre de mi canción como trending topic debería haber sido un motivo de celebración, pero saber que estaba allí solo porque lo usaban para atacarnos como pareja me dejó un sabor amargo en la boca.
Me encontraba trabajando en el estudio para empezar un nuevo proyecto, no sabía si sacar alguna canción que tenía ya compuesta en la academia o empezar de cero con otra. Sin embargo, no lograba concentrarme del todo, esos comentarios seguían retumbando en mi cabeza. ¿No eran lo que esperaban? ¿Debería cambiar de estilo? Tenía demasiadas preguntas.
Me sentía agotado, como si cada palabra negativa drenara un poco más de mi energía. Quería que mi jornada acabase ya, volver al hotel y tirarme en la cama hasta que el día pase. Pero no estaba solo, Miriam seguía acompañándome en esto, a pesar que lo que he sacado ha sido una mierda para muchos. Ella no era consciente de lo que está pasando, me ha visto algo tenso y pensante desde ayer pero me excuso con que estoy estresado por toda la promoción que nos queda por hacer. No me siento bien mintiéndole, pero dudo que se sienta muy tranquila cuando vea lo verde que la están poniendo por redes. La conozco como si la hubiese parido yo, la probabilidad de que su inseguridad aumente si lee todas esas mierdas es muy alta.
