Tras unos 20 minutos de caminata por la ciudad, el pequeño grupo llegó a una casa en una zona que asimilaba a un prado, todo era de colores pastel y daba la impresión a quien lo miraba de estar soñando por lo relajante de su atmósfera.
Molly llevó a Angel hasta el pórtico de aquella residencia y tocó el timbre, mientras que el chico se frotaba las manos con cierto nerviosismo. Realmente no sabía qué impresión le daría el volver a ver a la mujer que lo había traído al mundo, una parte de su ser sentía culpa de pensar en todas las cosas malas que hizo en vida y las formas en las que se hizo daño a sí mismo, pensaba que, de haber podido verlo desde ahí arriba, ella se sentiría profundamente decepcionada y tal vez ahora ni siquiera querría volver a verlo. Pensaba que no iba a poder siquiera mirarla a los ojos por lo avergonzado que se sentía a causa de sus errores, tenía miedo de que ella lo rechazara por no haber llevado esa existencia digna que siempre quiso para él.
Pero cuando la puerta se abrió, esos sentimientos se disiparon como las hojas con la brisa. Se veía realmente parecida a él y a Molly en su forma arácnida, con unos dulces ojos rosa brillante acompañados de unas llamativas pestañas; su cabello corto y blanco con mechones rosáceos como el de su hermana estaba adornado con un prendedor en forma de rosa de color rojo, algo muy característico de ella, pues siempre solía decorar su peinado con la flor a la que debía su nombre.
Al verla frente a él, Angel sintió que volvía a ser un niño que quería que su madre lo abrazara y le dijera que todo iba a estar bien, que ahora estaba seguro y que siempre lo querría sin importar qué, porque era su pequeñito y lo adoraba.
Mientras él buscaba la forma apropiada de saludar o presentarse, Molly fue quien decidió hablar primero.
— ¡Hola, mamma! Perdón por no avisarte que veníamos, quería darte la sorpresa... Encontré a alguien muy especial a quien tienes que ver —Y dicho eso, puso sus manos sobre los hombros de Angel, parándose detrás de él.
—Buen día, joven, encantada de conocerte —Le saludó—. Soy Rosella D'Angelo, la madre de Molly, ¿cuál es tu nombre?
— ¿Mi nombre...? —Angel de nuevo se puso nervioso, todo su cuerpo se tensó ante aquella pregunta ya que no sabía cuál era la manera apropiada de responder.
La mujer lo miró ligeramente extrañada, entonces Molly intervino para poder explicarle.
—Mamma, él es mi hermano Anthony, ¡mi mellizo! ¿Lo recuerdas?
Los ojos rosados de la mujer de rostro amable se dirigieron nuevamente hacia Angel, que se mantenía muy quieto sin dejar de mirarla con esa cara que ella pudo encontrar familiar después de recordar al dueño de ese nombre. Una suave sonrisa se dibujó en su rostro y extendió su par superior de brazos hacia él, invitándole a acercarse.
—Benvenuto, piccolino mio —Dijo a la par que el chico se acercaba y la abrazaba con fuerza, a lo cual ella correspondió para seguidamente acariciar su cabello—. Creciste mucho, cariño... Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que te vi.
Angel asintió mientras sus ojos se ponían llorosos, las palabras no le salían, tenía una sensación que era una combinación entre alivio y felicidad, ese abrazo era tan reconfortante que pensó que eso era lo que necesitaba ahora que estaba tan confundido y melancólico, Emily había tenido razón, ver a su mamá lo hizo sentir mucho mejor.
—Es bueno poder reunir a una familia, me alegra verlos a los tres tan felices —Expresó la serafín.
—Gracias por traerlo a casa, Emily —Murmuró Rosella con su expresión afable— Llegaron en el momento perfecto, ya casi termino de preparar la comida, ¿quieren quedarse? —Preguntó a la serafín y a la serpiente.
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Mi Ángel. [HuskerDust]
Fanfic¿Quién diría que la dicha de la libertad sería tan breve? Angel Dust consiguió escapar de las ataduras de Valentino con la ayuda de sus amigos del Hotel Hazbin, todo parecía ir perfecto para poder iniciar una nueva vida, para perseguir su felicidad...