Capitulo 02.

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Día 2

Después de la boda, ambos se instalaron en una modesta, pero lujosa casa con vista al mar, lugar donde pasarían la luna de miel y vacacionarían por dos semanas, antes de que Suguru regresara a sus actividades engañosas con la secta y tú a la universidad para seguir formándote como cantante.

Entraron y fueron recibidos por el dueño del alquiler, un hombre calvo y gordo, bajo y de ojos engañosos que los miraba fingiendo cortesía al tener tan importantes clientes.

—Si cobra por cargos adicionales —dices con aburrimiento, lanzando tu bolso de marca al fino sofá de la sala de estar—, dígaselo a mi padre. Él negoció mi matrimonio con este... —señalas a Suguru, descubriendo su mirada cargada de desdén, para luego regresar al dueño sonriendo falsamente—perfecto ser puro, lleno de luz y fantasías, tan amable como la vida misma —agregas, fingiendo limpiarte una lágrima de emoción.

Suguru, captando tu sarcasmo, decide no responder, guardándose algunas palabras para después y regresa a mirar al dueño fingiendo cortesía.

—Lo que mi... esposa —aclara con una sonrisa—quiere decir es que no escatimaremos en gastos adicionales. Ahora, si nos disculpa —te toca el hombro apretando un poco con su mano grande—, queremos gozar de nuestra luna de miel.

—Por supuesto, cariño —respondes imitando su falsa sonrisa, girándote con la intención de pisarle los pies.

Pero, sabiendo lo que intentas, pasa su brazo por tu nuca rodeándote en un suave abrazo, con los ojos cargados de odio hacia ti. Puedes sentir su dura musculatura apretar levemente contra ti. Busca tu oreja y susurra peligrosamente:

—Si quieres pasarte de lista, vas a pagarlo con tu vida. —Se retira elevándose sobre ti, mirándote con ojos fríos y se pierde en el interior de la casa, dejándote con tus propios pensamientos.

Inmediatamente te vuelves para responder, pero ya se ha marchado. Cruzas los brazos molesta y apartas la mirada.

—Zoquete —murmuras, sintiendo tu corazón palpitar drásticamente. Te recompones, peinas tu cabello con los dedos, ladeas tu cabeza y buscas una habitación. Encuentras a Suguru instalándose y recargas tu hombro contra el marco de la puerta.

—Tramposo, yo quería la habitación con vista al mar.

Él no contesta nada, te ignora y tú solo haces un gesto de disgusto con la boca. Abandonas el lugar para ir a otra habitación, encontrando otra con balcón. Sonríes, suspiras profundamente, extiendes los brazos y te arrojas a la cama, que es grande y muy cómoda.

—Es una cama matrimonial —dices, dando palmadas al colchón que se hunde con tus golpes—. Nah, por mí que duerma con sus maldiciones—recargas tu cabeza contra la almohada y sonríes al sentir la comodidad de las blancas sábanas.

Es mediodía. Ustedes decidieron pasar la luna de miel en la Isla Ishigaki, que está ubicada en la prefectura de Okinawa, al suroeste de Japón. Estiras todo tu cuerpo, sacando la pereza, respiras hondo y cierras los ojos llenando tus pulmones de aire fresco. El sonido de las olas rompiendo en la arena te relaja; por fin estás tomando un respiro de tus estudios, de tus amigos y de los maestros.

Te disgustó que tu padre planeara con quién casarte, pero según él, te entregó a Suguru porque le pareció un buen partido. Aunque recuerdas que hace varios años él estaba vinculado a una especie de organización. No recuerdas el nombre, eras muy joven.

La diferencia de edades entre tu nuevo esposo y tú es de cuatro años: Tienes 23 y él 27.

Sientes hambre, te ruge el estómago y decides ir a buscar algo de comer. Cruzas el largo pasillo, las paredes blancas hacen parecer que la casa es más grande de lo que realmente es y miras con curiosidad la habitación de tu esposo. Aclaras la garganta y das suaves toques contra la puerta de madera.

—¿Vas a comer? Tenemos reservado un restaurante cerca de aquí —dices, levantando un poco tu tono de voz. Esperas por una respuesta, pero no hay contestación. Tocas una segunda vez, esperas y nada. Suspiras y giras el pomo de la puerta, descubriendo que él no está.

—Estúpido maniático...

Cierras la puerta, pero te detienes en el último segundo y se te ocurre hurgar, solo un poquito. Entras de puntillas, imitando una escena de un dibujo animado que viste hace años y abres los cajones llenos de ropa negra holgada. Extiendes una y es un suéter negro, pesado y muy ancho que te quedaría como vestido.

—Este tipo siempre está de luto.

Regresas la ropa a su lugar y encuentras una foto de unas niñas con él. La sujetas entre los dedos y miras con indiferencia.

—¿Realmente será buen padre? —haces un puchero con la boca, ibas a tomar otra foto en la que está con dos personas más: una chica de cabello castaño corto y un muchacho alto de cabello plateado; cuando un tono amenazante te hace brincar y girar, asustada.

—¿Qué haces en mi habitación?

Suguru te mira con frialdad, entra a la habitación y se detiene frente a ti. Parece que se eleva sobre ti, eres más baja que él y sientes que está a punto de hacerte algo. Por dentro tienes miedo, aun así, no demuestras vulnerabilidad y levantas la barbilla. Está usando ropa casual, una camisa de verano y pantalones con sandalias y por fin lo ves con todo el cabello recogido. Tiene las manos escondidas en los bolsillos y notas esmalte negro en las uñas de sus pies.

—Nada —encoges los hombros desinteresada—. Vine a decirte que tenemos reservado un hotel donde podemos comer las dos semanas que est....

—La próxima vez que entres sin mi permiso —te corta y se acerca a ti con aura amenazante, entrecerrando los ojos como si quisiera eliminarte solo con la mirada—usaré las maldiciones que tu padre me ofreció en ti.

Sientes tu estómago caer, lo miras sorprendida abriendo los ojos y el miedo empieza a apoderarse de ti. No le respondes, solo te quedas parada mirándolo, tratando de controlar el temblor que él te causa.

—No soporto tu olor... "asqueroso mono" —susurra como si imitara a una serpiente, listo para atacar, mirándote con repugnancia.

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INFELIZ MATRIMONIO. [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora