𝐈𝐈𝐈

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𝐒𝐞𝐦𝐢𝐩𝐮́𝐛𝐥𝐢𝐜𝐨, 𝐚𝐦𝐨𝐫𝐞𝐬, 𝐋𝐞𝐞 𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐭𝐮 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐨𝐧𝐬𝐚𝐛𝐢𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝.

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¿Como fue tan rápido?

Max no llegó tarde, y Sergio no tuvo que recogerlo. El niño más joven apareció en el lugar acordado, con el rostro sonrojado y una timidez que se acentuaba con cada paso. Al verlo, Sergio le dio un beso en la mejilla y le dijo que se veía muy bonito. Max, aún más sonrojado, vestía una falda de mezclilla oscura, ligeramente más corta que el uniforme, pero sus medias mantenían el toque de recato. Llevaba unas zapatillas All-Star de un suave tono rosa pálido, a juego con su suéter de punto, también en rosa pálido, que resaltaba la frescura de su piel marfileña.

Max había pasado horas tratando de encontrar algo decente que ponerse, sintiendo algo de alivio al escuchar los elogios de Sergio. Tímidamente, también elogió al mexicano, quien lucía aún más fornido sin su túnica de uniforme. Sergio vestía un par de jeans ajustados que resaltaban sus musculosas piernas, y un suéter beige de cuello alto, cubierto por una hermosa y costosa chaqueta de cuero marrón oscuro. Esta prenda adornaba maravillosamente su cabello castaño y su fuerte mandíbula, completando su apariencia impresionante.

─ ¿Debemos?─ Sergio sonrió, haciendo que Max asintiera mientras esperaba que su corazón no se le subiera a la boca.

Caminaron lentamente, prefiriendo quedarse detrás del enorme grupo de estudiantes que parecían demasiado ocupados para notarlos mientras entraban a las tiendas. Al principio, ambos caminaban a un brazo de distancia, pero poco a poco se fueron acercando... Cuando vieron una de las ventanas decoradas, Sergio frotó subrepticiamente sus largos dedos sobre los delicados de Max, sabiendo el efecto que tendría en el femboy: después de todo, las chicas se derriten cuando los chicos tocan sus manos de manera inocente, como si estuvieran en un romance de época. Otros toques simples siguieron durante el transcurso de la visita a Mónaco. Mientras escogían un dulce de entre los estantes altos, Sergio muy casualmente colocó su mano en la curva de la cintura de Max, usando la excusa de querer mostrar un chocolate, mientras su mente aprobaba el contorno de la silueta esbelta y femenina del niño.

Sin embargo, no siempre podían estar solos, ya que a veces alguien se detenía para hablar con Sergio. En esos momentos, Max se encogía tímidamente y se alejaba para no ser visto o para que su presencia pasara lo más desapercibida posible. Ambos eran los adolescentes más famosos de Países Bajos, México y uno que otro país. Max era famoso desde que era un bebé, gracias a su padre Jos Verstappen, pero a diferencia de Sergio, el menor prefería esconderse entre la multitud.

─ No huirás de mí, ¿verdad, Maxie?─ preguntó Sergio en un momento dado mientras se alejaban mucho más de los demás después de visitar algunas tiendas.─ Solo quiero asegurarme de que no te pierdas de vista cuando me distraiga.

𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐄𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora