thirteen - fire and ice

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thirteen
fire and ice

Bobellon se sentía bastante culpable: el karate había consumido su vida y había dejado de pasar tiempo con Moon y Samantha. Así que le vino como un guante que la chica LaRusso propusiera una tarde de películas.

Las tres féminas estaban echadas en la cama de la de ojos azules, eligiendo qué película ver en la gran televisión de la habitación. Hacían muecas cuando una película que nos les agradaba aparecía como opción en la pantalla, la cual Sam controlaba con el control remoto.

—¿Y si hacemos un maratón de Barbie?— propuso Moon, con la cabeza colgando de la cama.

—¡Sí!— chilló Samantha, provocando risas en sus dos amigas.— ¿Cuál quieren ver?

—¡Barbie y las doce princesas bailarinas!— respondió Isabella, totalmente emocionada, pues era su película favorita de la franquicia.

Ambas aceptaron sin dudar, acomodándose en sus sitios mientras LaRusso colocaba el filme. Las tres adolescentes miraban la película encantadas, tratando de bailar como las princesas en las partes de ballet y riéndose de cada una porque no podían dar una pirueta.

Isabella se sentó en la cama, observando como ambas chicas bailaban al compás de la canción. Se dio cuenta que le daba miedo perderlas. Cobra Kai se había vuelto su vida entera y, en parte, amaba hacer karate cada vez que podía, sin embargo, tenía miedo que la rivalidad entre dojos dejara amargura en su amistad con Sam o que el mismo tiempo que pasaba en el dojo debilitara sus vínculos con Moon.

Se relamió los labios, cerca del final de la película, sintiéndolos de repente muy secos. Estiró el brazo hasta su vaso, que reposaba en la mesa de noche de la dueña de casa, dándose cuenta que yacía vacío y que había bebido todo su contenido minutos atrás. Soltó un bufido, poniéndose de pie.

—Voy a servirme algo de tomar— avisó, antes de abandonar la habitación.

Bajó las escaleras de dos en dos y se encaminó en la cocina. Se acercó a la refrigeradora y sacó una jarra de jugo de naranja, para comenzar a servirse. Cuando el vaso estuvo lleno, se dio media vuelta para guardar la jarra en su sitio.

—¿Bella?— el oír su nombre hizo que la fémina se sobresalte, agradeciendo que ya había puesto la jarra en su sitio, cerró el refri y se volteó.

—¿Robby?

La sorpresa de ambos era grande, aunque la de Isabella sobrepasaba por mucho la del chico. ¿Qué diablos hacía en casa de los LaRusso a estas horas? ¿No debería estar ya en su casa? ¿O acaba de terminar de entrenar? No, eso no es posible, Samantha estaba con ella.

—¿Qué haces aquí?— preguntó Keene.

—Estaba con Sam y Moon arriba, aunque yo podría preguntarte lo mismo.

Robby se encogió de hombros.

—Acabo de terminar de entrenar.

No. Algo no cuadraba.

Comenzó a analizarlo: pies descalzos, ropa holgada como si fuera de pijama, cabello en una cola.

—¿Vives aquí?— la pregunta abandonó sus labios sin poder evitarlo.

Tras escuchar eso, Robby se alertó y comenzó a negar con la cabeza. Ella no podía saberlo.

—No, no, no, no— negó.— Para nada...

—Robby, eres un pésimo mentiroso.

Keene se tapó el rostro con sus manos, soltando un pequeño grito de frustración.

always been you | eli moskowitz (hawk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora