always been you | eli moskowitz (hawk)

four - cobra kai never dies

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four
cobra kai never dies

La más joven de los Bobellon había decidido no asistir a la escuela al día siguiente. Estaba furiosa. Con Yasmine, con Kyler, con Brucks. ¡E inclusive con el mismo Sensei Lawrence! Quien había decidido dejar de dar clases porque Carmen, la madre de Miguel, le prohibió a su hijo volver a ver al rubio.

Al confirmar que tanto Pedro como Elizabeth habían salido de casa para ir a trabajar, soltó un largo suspiro de alivio. Procedió a abrir un cajón de su buró, sacando una pequeña caja de pulseras y de la misma una bolsita de marihuana. Sin dudar, la metió en su bolsillo, tomó las llaves de su coche y salió de la casa a hurtadillas, temiendo que alguno de los empleados la vea.

Montó su convertible y condujo varios minutos hasta la playa más cercana a Reeseda, deteniéndose en el mismo parque de skateboard de siempre. Estaba casi vacío, siendo medio día todos los niños estaban en la escuela, solo quedaban algunos universitarios dando saltos en sus patinetas.

Tomó asiento donde siempre, sacó la hierba de su cartera y se armó un porro con agilidad. Cuando sacó el encendedor para prenderlo, se asustó con el salto de un chico a su lado. Él había aterrizado con agilidad en su patineta a su lado, asustando con la acción a la rubia.

—¿Te asustaste, bonita?

La voz divertida del chico llamó la atención de Isabella, haciendo que alce la cabeza para verle a la cara. Instantáneamente lo reconoció, junto a su cabello largos, ojos hazel y sonrisa divertida.

—Vete a la mierda, Robby— masculló, no tenía el mejor humor del universo.— No me dejas ni beber ni fumar tranquila.

El chico soltó una risa melodiosa, antes de sentarse a su lado.

—Tengo Molly, ¿quieres?— le preguntó, sacando de su bolsillo una pequeña bolsa plástica con pastillas.

—No, tengo que estar consciente para cuando regrese a casa— negó, acomodando el encendedor en su mano y prendiendo el porro.

Dio la primera calada con tranquilidad, sintiendo el humo en su garganta y expulsando el resto con gracia por su nariz. Robby guardó las pastillas en su bolsillo, antes de que ella le extendiera el cigarrillo y él lo aceptara con gusto, dándole también una larga calada.

—Está fuerte— comentó, acomodando su cabello y regresándole el porro a la chica.

—Así me gusta— respondió, indiferente, para después darle otra calada. De pronto, cayó en cuenta de algo.—¿No deberías estar en la escuela?

—Debería— contestó Keene, divertido.— ¿Y tú?

—También— asintió, pasándole nuevamente el cigarro.— ¿Puedo hacerte una pregunta?

Él sonrió.

—Ya la hiciste.

—¿Por qué te drogas?

Robby se encogió de hombros, dando otra calada al cigarrillo y mirando al mar azul.

—Problemas familiares— se limitó a responder, haciéndole entender que no buscaba explayarse en el tema.— ¿Y tú?