twelve - back in black

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twelve
back in black

Bella no recordaba con claridad la última vez que había dormido en su casa. Bueno, sí lo hacía: hace cuatro días. Durante este periodo de tiempo, los únicos mensajes que había recibido eran de parte de María.

Soltó un suspiro, bajando de su convertible para entrar a su hogar. Frunció el ceño con confusión al no ver el auto favorito de Pedro estacionado, ¿que acaso lo había vendido?

Sacó las llaves de su bolsillo, abrió la puerta con rapidez y se adentró a la fría vivienda. Había puro silencio, lo que la confundió aún más. Subió las escaleras con calma, observando todo a su alrededor: todo estaba vacío y ordenado.

Raro.

Cuando estuvo al frente de la puerta de su habitación, se dio cuenta que estaba entreabierta, algo fuera de lo común. La empujó un poco, topándose con María cambiando las sábanas de la cama.

—¿María?— la llamó la rubia.

—¡Señorita Isabella!— exclamó la mujer, dejando de acomodar las cosas para acercarse a la joven y darle un pequeño abrazo.— ¡Qué bueno verla de nuevo en casa! Estaba muy preocupada por usted.

Bella trató de mostrarle una sonrisa reconfortante.

—Estuve en casa de Eli, María.

Ante la declaración de la chica, María no evitó esbozar una gran sonrisa.

—Que bueno, señorita Isabella— admitió, resaltando las erres por su acento mexicano.— El joven Moskowitz es un muy buen chico.

—Sí que lo es...— concordó la adolescente, jugando con sus manos.— ¿Dónde están?

María detuvo sus movimientos en la cama de la chica, dejando la almohada en su lugar e inhalando profundamente. La mexicana siempre odiaba que le pregunten aquellas cosas.

—Salieron de viaje— informó, sin poder mirarla a los ojos.— La semana pasada.

Hubo un momento de silencio entre ambas mujeres. Isabella estaba en una encrucijada de emociones, pues en parte se alegraba que Pedro y Elizabeth salieran de casa, aunque le dolía el corazón al pensar en que su madre ni se preocupó por avisarle dónde irían.

—¿Sabes a dónde se fueron?

—Oí al Señor González mencionar algo sobre... ¿cómo era? ¿Bulgaria? ¡No, no! ¡Bélgica!

Isabella frunció el ceño con confusión: no entendía porqué ellos irían al país belga. Tampoco recordaba negocios en aquella parte del continente europeo y menos aún una razón válida para viajar miles de kilómetros.

—Gracias por decirme, María.

La mujer le mostró una sonrisa renconfortante, no queriendo que la chica se sintiera de algún modo incómoda.

—De nada, Señorita Isabella. ¿Gusta que le prepare un té? Compré su favorito.

Ahora fue el turno de Bella para sonreír y asentir con la cabeza. La mujer murmuró un "ahora vuelvo" antes de abandonar la habitación.

Bobellon se tiró sobre su cama recién acomodada, con la mirada fija en el cajón de su mesa de noche, donde guardaba su caja de pulseras. Esta vez, volvía a encontrarse en una encrucijada: quería fumar, pero tampoco quería que Eli se enojara con ella.

Se tapó el rostro con las manos, soltando un grito ahogado de frustración.

Debía estar limpia. Necesitaba estar limpia. Quería estar limpia.

always been you | eli moskowitz (hawk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora