Conociéndote

1.5K 109 70
                                    

Saw you there and I thought

«Oh, my God, look at that face

You look like my next mistake

Love's a game, wanna play?»

Mateo

—¿Le escribiste? —preguntó, tirada sobre mi cama.

—Sí —respondí mirándola.

—¿Y bien?

—Pues, obviamente, no me contestó, Meredith. Tal y como te lo dije.

—Bueno, tal vez estuvo ocupado.

—O tal vez NO utiliza Facebook. O tal vez, no le importa que yo le haya escrito y por eso no contestó.

—Pero...

—Ya cállate. Mejor párate de ahí y vamos un rato al parque.
La escuché quejarse en voz baja Y luego levantarse con pesadez.

—No entiendo por qué te gusta tanto ese parque. Quieres ir todos los domingos. Dios, pareces un niño.

—Eso soy. Ahora deja de quejarte y vamos.
Tomé su mano y jalé de ella hasta llegar a la puerta de la casa.

Caminamos sin ningún tipo de afán, dejando que el poco sol que había nos bañara con su opaca luz.

—Me parece muy tonto de tu parte que niegues la atracción que sientes hacia él. Digo, soy tu amiga. ¿No confías en mí?

—Meri, no me gusta el chico. Es muy lindo, eso no lo voy a negar. Pero lo único que despierta en mí es curiosidad. Ya sabes, por lo de la fiesta.

Frunció el ceño y me observó durante unos segundos como buscando algún indicio de que le mentía, y al no encontrarlo puso los ojos en blanco y la mueca de antes se transformó en una linda sonrisa.

—Te voy a creer.

—Debes hacerlo —respondí.

No pude evitar sorprenderme al notar que el parque estaba totalmente vacío. Por Dios, era domingo y por lo general ese día el parque se llenaba por completo.

—Ja, qué extraño. Está... solo.

— Créeme que no lo había notado, Meredith.

Nos quedamos ahí parados, analizando el lugar y buscando la presencia de otras personas. Pero no había nada.
Nos miramos y nuestros labios se curvaron hacia arriba, pues no había nada mejor que la paz que ahora habitaba en el lugar.
Las horas pasaron entre risas y bromas por parte de ambos. Aún no había rastro de más personas, por lo que en algún momento llegué a pensar que habíamos entrado a otra dimensión en la que solo estábamos ella y yo.
Eso hasta que sus carcajadas desaparecieron dando lugar a su típica sonrisa pícara.
No entendí el cambio tan repentino hasta que miré hacia el otro lado del parque.

—¿Qué no es Nicolás? -preguntó cuando ya ambos nos encontrábamos mirándolo.
De la nada mis manos empezaron a sudar y el ritmo de mis latidos empezaba a acelerarse.

—¿Qué más da? Ni que fuera algo importante.
Me miró y sonrió de forma sarcástica (como siempre)

—Mejor vámonos —dije un poco molesto.

—¿Qué? ¿Ahora? Dios, es tu oportunidad. Vamos, habla con él.
Lo miré un poco pensativo, tenía ganas de hacerlo. Pero me arrepentí cuando recordé que ni siquiera me había respondido el mensaje.

Hey Nick Donde viven las historias. Descúbrelo ahora