Arabella
Abro los ojos sintiendo un horrible dolor de cabeza. ¿En donde estoy? ¿Qué es este lugar?
Recuerdo que salí enojada del laboratorio y que termine caminando hacia el bosque maldiciendo el día que decidí irme a Londres, pero a la vez pensando si estaba exagerando o no mi comportamiento con Christopher.
No me había alejado mucho, cuando sentí un golpe en mi cabeza, y aún me duele.
—Hasta que despiertas.
Me tenso de inmediato, mirando hacia el lugar de donde veían esa voz.
—¿Koa? —lo miro confundida.
Su aspecto es horrible. Su cabello muy largo y tiene barba que lo había lucir espeluznante. Tanto tiempo fuera y escondido se le nota. No me da miedo pero sí luce horrible, como que le hace falta un peinado por lo menos.
—Arabella.
—Yo me había olvidado estos días de tu existencia. —murmuro— Hasta pensé que estabas muerto.
Y es la verdad, he estado tan estresada que se me olvidó por completo que este existía todavía en el mundo.
¿Pero como sobrevivió? Se ve todavía con sus músculos, así que quizás cazaba, siempre fue muy bueno en eso. ¿Podía mantener en forma pero no cortarse el cabello?
—¿Crees que hacerte la graciosa te salvará? —se levanta de donde está.
—Mira, —yo también me levanto, no sé para qué, ni que fuera tan alta— estoy teniendo un muy mal día como para que también me secuestres, no me hago la graciosa, estoy enojada y harta de lo hombres.
¿Por qué le hablo así? Ni idea, sigo enojada, muy enojada por los estúpidos hombres, para que venga este idiota, mentecato, bueno para nada, traumado y tóxico, a quererme secuestrar sólo porque no me supera o quiere matarme por dejarlo.
Koa se me acerca y toca mi mejilla. Yo me aparto y eso no parece gustarle.
—Sigues muy hermosa.
—No puedo decir lo mismo de ti. —me cruzo de brazos— Koa, ¿en donde estamos? ¿Qué planeas hacer?
El maniático ríe.
Ya se volvió más loco de lo que estaba.
—Estamos lejos del palacio, pero pronto estaremos lejos de todo Edevain. —toma mi rostro aunque intento resistirme— Cómo debió ser desde un principio.
Tiene una sonrisa perturbadora.
—Estas muy mal de la cabeza...
Lo empujo cuando su agarre en mi rostro se vuelve molesto, en eso saca un arma y me apunta a la cabeza. Bueno, ahora sí puedo decir que enloqueció, él jamás se atrevería a apuntarme. Ya está perdido.
—Debes estar asustada...
—No, de hecho no. —lo interrumpo.
—... por eso dejaré que te acostumbres y te tranquilices.
Estoy tranquila.
¿Me noto tranquila?
Yo estoy muy tranquila.
Sin dejar de apuntarme se va dejándome en esta habitación horrible. Cierra la puerta con seguro. Me recuesto de la pared dejándome caer al suelo. Por suerte tenía mi vestido que al sentarme se hacía acolchonadito.
¿Con cuantos imbéciles tengo que lidiar?
Primero con Christopher... no. Primero con Koa, luego con Christopher y ahora con Koa en una versión maniática.