𝗡𝗜𝗡𝗘𝗧𝗘𝗘𝗡 ||Blue Beetle||

Capítulo 2

La tarde era soleada y estaba en su punto perfecto. Miyeon bajó de su habitación para nadar en la piscina trasera de la mansión. Llevaba puesto un traje de baño negro que cubría sus hombros y espalda, con un pequeño escote que exhibía un poco su pecho. La parte inferior del traje consistía en unos shorts ajustados, ofreciendo un equilibrio entre comodidad y estilo. En su mano, sostenía un cronómetro que activó justo antes de lanzarse al agua con un elegante clavado.

El agua la envolvió con su frescura, y Miyeon se quedó sumergida, observando cómo las burbujas ascendían lentamente hacia la superficie. El silencio bajo el agua era calmante, un refugio temporal de las tensiones de la vida cotidiana y de las miradas críticas de Victoria Kord, su madrastra, con quien nunca había logrado una relación armoniosa. Victoria siempre había sido fría y distante, desaprobando en silencio muchas de las decisiones y pasiones de Alexa.

Mientras permanecía bajo el agua, sus pensamientos se desplazaban a los recuerdos de su infancia. Recordaba a su madre biológica, una mujer dulce y amorosa, que siempre la había apoyado en sus intereses artísticos. La pérdida de su madre había sido un golpe devastador, y aunque la familia Kord había ofrecido un hogar, no siempre se había sentido como tal. Ted Kord, su padrastro, había intentado ser una figura paternal comprensiva, pero la presencia de Victoria siempre había sido una sombra en su vida.

El tiempo pasaba y Miyeon se concentraba en mantener su respiración. Sentía la quemazón en sus pulmones mientras intentaba superar su récord anterior. Este tipo de desafíos personales eran su manera de demostrar, tanto a sí misma como al mundo, que podía superar cualquier obstáculo, sin importar cuán grande o pequeño fuera.

Mientras Miyeon permanecía sumergida, Jaime, que estaba trabajando cerca (quitando gomas de mascar debajo de las mesas) con su hermana Milagros, la observaba con preocupación.

—¿No crees que ha estado bajo el agua demasiado tiempo? —dijo Jaime, frunciendo el ceño mientras miraba la superficie de la piscina.

Milagros, con las manos en la cintura y una expresión ligeramente divertida, respondió:

—Relájate, Jaime.

—Pero... ¿y si no sale? —comenzó a moverse hacia la piscina, claramente dispuesto a saltar y rescatarla.

Justo cuando Jaime estaba a punto de lanzarse, Miyeon emergió de la piscina, respirando profundamente y deteniendo el cronómetro. Se quitó el cabello mojado de la cara, una sonrisa de satisfacción en sus labios. Un trabajador de la mansión se acercó rápidamente, poniendo una toalla sobre sus hombros.

—¿Cuánto aguantaste esta vez? —preguntó.

Miyeon miró el cronómetro y sonrió ampliamente.

—Dos minutos y treinta segundos. ¡Nuevo récord personal!

—Felicitaciones, Miyeon.

Milagros, notando la atención de su hermano, no pudo evitar sonreír.

—¿Te gustó lo que viste, Jaime? —dijo con un tono juguetón.

Jaime sonrojándose ligeramente desvió la mirada y trató de ocultar su incomodidad.

—Solo me preocupaba por ella, eso es todo.

Miyeon se envolvió más en la toalla y entró nuevamente a la mansión. Se quedó en la sala, secándose el cabello con la toalla, cuando un anuncio en la televisión captó su atención. En la pantalla, aparecía Victoria hablando con firmeza y autoridad.

—A través de la simbiosis revolucionaria de la tecnología del O.M.A.C, este se enlaza directamente al cerebro humano para crear una unidad independiente, permitiendo que un solo soldado obtenga un poder incomparable. El O.M.A.C garantiza seguridad en la que Kord puede confiar. Un futuro que podemos controlar —decía Victoria en el anuncio, mientras se ilustraban robots y cómo se conectaba el O.M.A.C al cuerpo humano.