Donde Jaime Reyes se convierte en un héroe inesperado después de ser elegido por el misterioso Escarabajo, dotándolo de poderes alienígenas.
O...
Donde Jaime, ahora con habilidades sobrenaturales, enfrenta nuevos desafíos y descubre un amor inespera...
Miyeon estaba intentando relajarse en su apartamento en la torre, un raro momento de tranquilidad en medio del caos que había sido su vida últimamente.
El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados, mientras ella se sentaba junto a la ventana, tratando de despejar su mente.
Pero la calma no duraría mucho.
De repente, escuchó un ruido fuerte en la puerta.
Su corazón se aceleró.
No esperaba visitas, y mucho menos a esa hora.
Antes de que pudiera reaccionar, la puerta fue derribada violentamente y dos hombres irrumpieron en su apartamento.
Sus movimientos eran rápidos y decididos, claramente profesionales y con una misión específica.
Miyeon los reconoció de inmediato; eran enviados por Victoria.
La frialdad en sus ojos y la precisión de sus acciones lo delataban.
Su mente se aceleró, buscando una salida.
Sabía que enfrentarse a ellos directamente sería un suicidio.
Estos hombres estaban entrenados para capturar o, peor aún, eliminar.
Se movió con rapidez, utilizando la sorpresa a su favor.
Mientras uno de los hombres inspeccionaba la sala, el otro se dirigía hacia la cocina.
Aprovechó el momento para deslizarse hacia su habitación, donde guardaba una mochila de emergencia para situaciones como esta.
—¡Está en el dormitorio! —gritó uno de ellos, alertando a su compañero.
Sin perder un segundo, Miyeon corrió hacia la ventana del dormitorio, la abrió y se deslizó hacia la estrecha cornisa que bordeaba el edificio.
Su cuerpo se tensó al sentir el vacío bajo sus pies, pero sabía que no tenía otra opción.
Con cuidado, se movió a lo largo de la cornisa, sus manos sudorosas agarrándose con fuerza a cualquier saliente que pudiera encontrar.
Los hombres la siguieron rápidamente, irrumpiendo en la habitación.
Uno de ellos se asomó por la ventana y la vio.
—¡Está aquí! —gritó, sacando una pistola.
Miyeon sintió el pánico apoderarse de ella, pero no se permitió el lujo de dudar.
Continuó moviéndose, intentando llegar a una ventana abierta dos pisos más abajo.
Los disparos resonaron, rebotando en la estructura del edificio.
Un proyectil pasó peligrosamente cerca de su cabeza, rompiendo un pedazo del marco de la ventana frente a ella.
Finalmente, llegó a la ventana abierta y se deslizó hacia el interior.
Cayó sobre el suelo de un apartamento vacío, jadeando y sintiendo la adrenalina bombear en su sistema.
No tenía tiempo para descansar.
Sabía que los hombres la seguirían en cualquier momento.
Rápidamente, cruzó el apartamento y salió por la puerta principal, corriendo hacia las escaleras.
Descendió los escalones a toda velocidad, su mente funcionando a toda marcha.
Sabía que tenía que alejarse lo más posible de la torre.
El sonido de pasos apresurados la seguía de cerca, indicándole que sus perseguidores no estaban lejos.
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Jaime condujo por las calles de Palmera City, con el corazón latiendo aceleradamente y la mente llena de preguntas.
La torre donde vivía Miyeon se alzaba imponente a lo lejos, y esperaba encontrarla allí para obtener las respuestas que necesitaba desesperadamente.
Al llegar, estacionó su auto y miró alrededor, tratando de detectar alguna señal de ella.
Si no estaba ahí, tendría que ver como ir hasta la mansión Kord.
Mientras buscaba, vio a Miyeon salir del edificio apresuradamente.
Se movía con rapidez y nerviosismo, escondiéndose entre los autos mientras se dirigía al suyo.
Jaime se quedó mirándola, sintiendo una mezcla de urgencia y preocupación.
No podía dejar que se fuera sin hablar con ella.
Antes de que pudiera hacer algo, Miyeon logró subirse a su GMA y arrancó a toda velocidad.
Jaime escuchó disparos que resonaron en la calle, impactando cerca de su auto y causando que el miedo se apoderara de él.
Sin pensarlo dos veces, arrancó su auto y comenzó a seguirla, decidido a no perderla de vista.
Sabía que algo grave estaba sucediendo y que necesitaba mantenerse cerca de ella para entenderlo.
Condujo rápidamente, esquivando el tráfico y manteniendo la mirada fija en el auto de Miyeon.
Podía ver que ella estaba tratando de evadir a alguien o algo, y esto solo aumentaba su determinación.
Aceleró el auto, acortando la distancia entre ellos.
Finalmente, logró alcanzarla y le tocó el claxon varias veces, esperando que ella lo notara.
Miyeon miró por el retrovisor y, al reconocerlo, frenó repentinamente, obligando a Jaime a detenerse bruscamente detrás de ella.
Bajó del coche apresuradamente y se acercó a su ventana.
—¡Miyeon! —exclamó, con la respiración agitada— ¡necesito hablar contigo!
Ella lo miró con una mezcla de desconfianza y desesperación, pero también con un rayo de esperanza en sus ojos.
—¿Qué haces aquí, Jaime?
—No sé qué está pasando, pero necesito que me expliques lo del coso que me diste.
Por favor, acompáñame a mi casa.
Necesito entenderlo.
Miyeon miró a su alrededor, como si temiera ser vista.
Tras unos momentos de vacilación, asintió lentamente.
—Está bien —dijo finalmente— te seguiré desde mi auto.
Jaime asintió, aliviado.
Volvió a su auto, y ambos arrancaron de nuevo, esta vez con Miyeon siguiéndolo de cerca.
Condujeron a través de las calles de Palmera City, dejando atrás el caos y la confusión.
Jaime podía sentir la tensión en el aire, pero también una creciente sensación de determinación.
Sabía que estaba a punto de descubrir algo importante.
Finalmente, llegaron a la casa de Jaime.
Él estacionó en el patio y bajó del auto, esperando a que Miyeon hiciera lo mismo.
Ella salió de su auto con cautela, mirando a su alrededor antes de dirigirse hacia él.
No conocía estos lados de Palmera City.
Todo se veía en tan mal estado que... bueno... ni palabras tenía para describirlo.