(veintitrés) una verdad y una mentira

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La coreana y la australiana se miraban de manera incómoda la una a la otra. La rubia había ordenado un smoothie de mango, mientras que la pelinegra optó por un café macchiato. De fondo, solo se podían escuchar las conversaciones de los demás, ya que su mesa permanecía vacía y en silencio.

—Y bueno... —carraspeó Jennie, intentando romper la atmósfera densa que las envolvía—. ¿De qué vamos a hablar hoy? ¿Hay algo que te preocupa? —dijo, forzando una sonrisa que no lograba ocultar su inquietud.

Roseanne tomó un profundo respiro, su mirada perdida en el fondo de su bebida.

—Oh, sí, Jennie, esto es muy delicado. Necesito que lo tomes con cuidado, por favor. No quiero que reacciones mal, pero... —su voz se apagó, como si las palabras se quedaran atrapadas en su garganta.

Jennie frunció el ceño, sintiendo que el aire se volvía más pesado entre ellas.

—Me estás asustando, Roseanne. ¿Qué está pasando? —preguntó, su curiosidad mezclándose con una creciente ansiedad.

Finalmente, Roseanne levantó la mirada, buscando los ojos de Jennie.

—Recuerdas todo ese tiempo en el que me gustó Lisa y salía con ella todo el tiempo, ¿verdad?

—Sí... —asintió Jennie, sintiéndose un poco incómoda. Sabía que Lisa había sido importante para Rosé, pero había algo más en la forma en que hablaba que le hizo sospechar que había una capa adicional en la historia.

—Bueno... —La rubia titubeó, su voz apenas un susurro—. La verdad es que... no era del todo cierto. Lo hice por conveniencia, para encajar.

Jennie la miró fijamente, su corazón latiendo con fuerza.

—¿Qué quieres decir? —preguntó, intrigada y asustada al mismo tiempo.

—En realidad, siempre me has gustado tú. Desde el principio. —Las palabras flotaron en el aire entre ellas, cargadas de significado y tensión.

El tiempo pareció detenerse, y la pelinegra se quedó paralizada, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar.

—¿Qué? —preguntó, su voz temblando entre la incredulidad y la confusión.

El silencio se volvió abrumador, convirtiéndose en un abismo que amenazaba con tragarlas a ambas, mientras la coreana intentaba asimilar la revelación.

—No... —respondió Jennie, buscando las palabras correctas. —¿Siempre te he gustado? ¿Desde cuándo?

Rosé se mordió el labio, sintiendo la presión de la mirada de Jennie.

—Desde hace tiempo. Al principio pensé que era solo una fase, algo pasajero. Pero cada vez que estaba contigo, me daba cuenta de que lo que sentía era más profundo. —Su voz temblaba, pero se mantuvo firme—. No sabía cómo decírtelo. Temía que arruinaría nuestra amistad.

Jennie se sintió abrumada, la confusión y la sorpresa revoloteando en su mente como mariposas inquietas.

—Pero... ¿por qué mentiste sobre Lisa? —preguntó, buscando respuestas. —Eso me dolió. Pensé que éramos sinceras la una con la otra.

—Lo sé, y lamento haberte hecho sentir así. Al salir con Lisa, creí que estaba evitando lo que realmente quería, lo que sentía por ti. Fue una forma de protegerme... y de protegerte a ti. —La australiana bajó la mirada, sintiendo la culpa pesar sobre sus hombros.

La pelinegra se quedó en silencio, sobre pensando las palabras de la rubia. El aire se sentía pesado, como si todo lo que había entre ellas hubiera cambiado en un instante.

clan de mamasitas ; jenlisa au Donde viven las historias. Descúbrelo ahora