Capitulo XII

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               ⚠️CONTENIDO EXPLÍCITO⚠️

Siguió besándola lentamente, sus manos recorriendo el cuerpo de Hinata con una delicadeza que solo él podía tener.

Su cuerpo, sus senos voluptuosos y su piel tan suave y fresca, su cabello sedoso y el olor que dejaba marcado, sus curvas tan perfectas y su cara tan hermosa y tierna. Se preguntaba cómo es que alguien podía ser tan perfecta.

Ella, aún nerviosa empezó a corresponderle sus caricias cada vez más seguras y decididas. La conexión entre ellos era innegable, un vínculo fortalecido por años juntos.

—Te amo Hinata. —murmuró Naruto contra sus labios. Su aliento cálido y reconfortante.

—Yo también te amo Naruto-kun. —respondió ella entregándose por completo al momento.

Con Naruto encima de ella, comenzaron a besarse cada vez a un ritmo más acelerado, con la piel herizada ella comenzó a alzarle la camisa, para ayudarla, él estiró sus brazos por completo.

Él comenzó a desabrochar su pijama, era una blusa de seda con botones al frente, así que no tuvo mucho problema.

Los besos de Naruto bajaron hasta su cuello.

—Me encanta tu aroma. —susurró mientras besaba la marca de su clavícula.

Pequeños y suaves quejidos se le escapaban, era inevitable para ella contenerse.

Sus manos acariciaban toda la figura de su esposa, hasta llegar a sus senos, lo que él tanto amaba.

Comenzó a acariciarlos lentamente mientras la besaba, lo que inevitablemente causaba que la piel de la ojiperla se erizara.

Bajó sus besos hasta donde se encontraban su senos y comenzó a besarlos con delicadeza. Estrujó sus pezones suavemente mientras sentía su sabor.

Aún así intentando contenerse, ella dejó escapar un grito ahogado de excitación.

—Sabes que es mi punto débil Naruto-kun, detente. —dijo en un susurro.

—Me es imposible, eres mi perdición. —contestó el rubio mientras masajeaba los grandes y blandos pechos de Hinata.

Mientras tanto ella acariciaba la espalda desnuda del rubio, pero algo ahí abajo llamó su atención.

—Ah. —un pequeño gemido se le escapó. —Naruto-kun, q-quiero sentirte.

—Como tú digas princesa.

Desabrochó su pantalón y se dejó ver completamente desnudo.

La delicada mano de Hinata bajó hasta donde se encontraba su miembro, y cuidadosamente comenzó a acariciarlo.
Se encontraba bastante duro y erecto, y no era para menos, el rubio se encontraba excitado ya.

—Con que ya está así, ¿no?

Comenzó a masturbarlo lenta y cuidadosamente mientras él estaba encima de ella. Hinata disfrutaba ver las caras de excitación que este tenia.

En un momento el rubio quedó apoyándose en la cabecera de la cama, mientras Hinata se encontraba encima de él.

—Tomaré el control por ahora, ¿está bien? —susurró la ojiperla.

El rubio solo asintió.

Comenzó a besarle el cuello mientras bajaba sus manos sobre su pecho, sintiendo sus abdominales, poco a poco bajaba los besos hasta llegar a su entrepierna.

Una vez ahí comenzó a acariciar sus bolas con delicadeza, puesto que son muy delicadas. A Naruto esto le traía placer, ya que lo estimulaba.

—Hinata...

Pasó suavemente su lengua en la punta de su miembro y comenzó a hacer círculos con la misma al rededor de el.

—¿Te gusta así?

—E-está perfecto. —contestó el rubio exitado.

Introdujo parte de su miembro dentro de su boca y comenzó a chuparlo lentamente, entrando y saliendo mientras continuaba acariciando sus bolas.

La boca de Hinata se sentía tan cálida y tan tibia que podía sentir como todo su líquido se acumulaba.

Estuvo así un por de minutos mientras la saboreaba, el sabor del líquido que su esposo emanaba era tan dulce para ella, que era inevitable sacárselo de su boca.

—Oh, Hinata, esto, esto está tan bien. —gritó el rubio. —C-creo que me voy a venir.

—¿Quieres que pare? —preguntó ella.

—Oh, n-no. Hinata, me vengo.

Dicho y hecho, el líquido blanco se expulsó de su miembro, haciendo que la ojiperla gimiera de sorpresa.

—Lo siento Hina, te manche.

—Está bien querido, me encanta. —dijo con una sonrisa.

Continuó chupándosela por un rato, hasta que el rubio inesperadamente la jaló hacia el y la recostó sobre las sábanas.

—Ahora me toca a mí. —dijo con una sonrisa zorruna.

Sus dedos comenzaron a bajar hasta su parte íntima de su esposa, quien aún tenía sus bragas puestas

—Ya estás mojada. —susurró. —Me encanta que te mojes por mi.

Con sus manos comenzó a bajar las bragas que su esposa tenía. Una vez fuera y al verla completamente desnuda, sintió una erección cada vez más fuerte, el sentimiento era claro, pero decidió esperar.

—¿Te gusta que haga esto? —preguntó el rubio mientras pasaba su lengua en sus labios vaginales.

Un escalofrío recorrió su cuerpo.

—¡Ahh, N-naruto-kun!

La cara de satisfacción de Naruto se notaba, amaba ver a su esposa excitada, y más aún, ver esos hermosos ojos perla iluminados con la luz de la luna, todo en ella era perfecto, era hermosa en todos los ángulos.

Frotó su miembro al rededor antes de entrar en ella completamente. Después de un tiempo de estimulación, por fin pudo hacerlo.

Hinata arqueó su espalda por la excitación y un gemido estruendoso salió de su boca.

Llevo sus manos a su boca al recordarse que no debía hacer mucho ruido.

—No te preocupes por Boruto cariño, él está bien. Ahora solo déjate llevar.

El rubio, una vez ya dentro de ella, comenzó a hacerle embestidas cada vez más fuertes. Las paredes del interior de Hinata se sentían tan cómodas que el rubio casi se imaginaba viviendo en ellas.

Entraba y salía continuamente, hasta que en un punto no resistió más, el interior de ella estaba apretado, lo que podía significar una cosa, ella se venía.

—Naruto-kun. —gritó.

—Lo sé, yo también.

—Lléname de ti, q-quiero ser tuya una vez más. Te amo.

Continuaron haciéndolo hasta que el rubio expulsó todo su líquido dentro de ella, su cuerpo se relajó y por un momento tomó un respiro para continuar.

—Te amo Hinata, eres la única que puede provocar esto en mi, gracias.

—Yo también te amo Naruto-kun, te amo con cada latido de mi corazón.

Juntaron sus labios y sus cuerpos, tan cerca del otro, y una ronda de besos apasionados comenzó.

Se besaron intensamente, compartiendo su sabor en cada beso que se daban.

Se amaban tanto, y su amor se transmitía en cada momento que pasaban juntos.

Su intimidad no solo dependía del sexo, si no también de compartir y dar lo mejor de ellos, amarse y cuidarse el uno al otro mientras trabajaban juntos para criar a su pequeña familia.

Después de un tiempo de descanso continuaron con lo que estaban, así un par de veces más, experimentando y probando nuevas posiciones que a ambos les encantaron.

Y ajeno al mundo de los adultos, un pequeño niño rubio dormía plácidamente en su habitación, sabiendo que sus padres se amaban tanto como lo amaban a él.

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