Capítulo XI

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Un año había pasado, Boruto recién aprendía a caminar, ya había aprendido algunas palabras para comunicarse.

Todos los hijos de la antigua generación se habían vuelto inseparables, sus padres se conocían, esa era una gran ventaja, Sarada y Boruto eran los mejores amigos, al igual que sus padres.

Una tarde, Hinata se encontraba en casa, junto con la compañía de su amiga Ino, Naruto se encontraba fuera de la aldea, el hokage lo había mandado a una misión algo larga así que llevaba poco más de una semana fuera.

—Me parece increíble lo rápido que crecieron los niños. —dijo Ino mirando a ambos pequeños mientras jugaban.

Su hijo Inojin, un pequeño rubio, con la piel pálida como la de su padre, y los ojos verde turquesa como los de su madre, era más pequeño comparado con Boruto, quien ya tenía un año de edad, pero aún así, les encantaba jugar juntos.

—Si, han estado creciendo muy pero muy rápido. —contestó Hinata. —Aunque aún así, siempre serán nuestros bebés.

Ino río

—Estoy segura de eso. Por cierto, esperamos que puedan acompañarnos a su fiesta de Inojin, es su primer cumpleaños y queremos hacerlo especial.

Era invierno, sus épocas favoritas del año. Inojin era el más pequeño de toda su generación, ya que había nacido en diciembre, época de navidad.

—Ahí estaremos, te lo prometo. —dijo Hinata sonriendo cálidamente.

Después de una linda y larga plática de amigas, dándose consejos, contándose sus experiencias y poniéndose al día, la rubia y su hijo se marcharon.

La noche cayó, Hinata se encontraba en el sofá tomando un té, mientras Boruto jugaba con sus muñecos en el suelo.

El timbre de la casa llamó su atención.

—¿Uh? Me pregunto quién será a estas horas.

Tomo a su hijo y camino hacia la entrada, al abrir la puerta, sus ojos perlados se iluminaron.

—¡Estoy en casa! —dijo el rubio con una sonrisa.

—¡Papá, papá! —dijo el pequeño mientras alzaba sus manos pidiendo ser abrazado.

Tomó a su hijo en brazos y lo abrazó

—¡Hola pequeño! ¿No has dormido aún?

El pequeño negó con la cabeza.

—Bueno es muy tarde, ya deberías estar en la cama.

—Naruto-kun, por fin regresaste. —dijo la ojiperla

—Si, los extrañé tanto. —dijo besando a su esposa.

El pequeño se cubrió los ojos con gracia.

—Perdona por haber tocado el timbre, lo que pasa es que...digamos que tuve un inconveniente con la llave jeje.

—¿La perdiste? —preguntó la ojiperla

—Digamos que se rompió.

—Oh, ya veo Naruto-kun, no pasa nada, sacaremos otra. —dijo con una sonrisa. —¿Cómo estuvo la misión?

—Estuvo muy bien, todo salió perfecto, pero extrañé tanto estar en casa.

Hinata rió suavemente

—No me había dado cuenta de la hora que es, es muy tarde, se me pasó su hora de dormir de Boruto.

—¿Escuchaste? Tu mamá dice que ya es hora de ir a la cama. —dijo el rubio dirigiéndose a su hijo.

—No quiero. —contestó el pequeño.

—Tienes que ir a dormir, si no no irás a la fiesta de Inojin. —dijo Hinata cálidamente.

—¡Cama, cama! —exclamó el pequeño.

Hinata llevó a su hijo a su habitación y mientras lo adormecía, Naruto tomaba una ducha. Al bajar, notó que había una invitación en la mesa.

Casualmente, Hinata ya había bajado hasta la cocina.

—Así que...¿su primer año de Inojin eh? —los niños están creciendo muy rápido.

—Si, Ino, nos invitó, de hecho, estuvo aquí por la tarde.

—Que bueno, me alegra que te haya hecho compañía, no me gusta dejarte sola. —dijo mientras corría a abrazar a su esposa.

—No pasa nada Naruto-kun, se cuidarme sola, no tienes que preocuparte por mi ni por Boruto, estaremos bien.

—Lo sé pero, no me gusta alejarme de ustedes, me he vuelto tan dependiente a ti Hina. —dijo mientras la besaba lentamente.

—Yo también a ti Naruto-kun. Te extrañé demasiado estos días. —contestó. —¿Ya comiste algo?

—Si, comí algo de ramen instantáneo cuando regresábamos.

—Uhmm, sabes que eso no es saludable para ti. —dijo renegando. —Calentaré la cena.

—No hace falta Hina, no te molestes en eso, estoy bien, de verdad.

—No, insisto, necesitas comer algo saludable antes de irte a dormir.

—Bueno está bien, lo aceptaré solo porque es tu comida, pero si engordo es por tu culpa. —dijo sarcásticamente.

Hinata solo rio.

Después de cenar, y contar sus anécdotas de su misión, Hinata entró a tomar una ducha mientras Naruto se acomodaba en la cama.

Al salir, Hinata se recostó en su pecho y le dio un beso de buenas noches.

—Sabes Hinata. —dijo en un susurro. —¿Qué te parece si en lugar de dormir hacemos algo más divertido? —dijo en un tono coqueto mientras le acariciaba suavemente el brazo.

Hinata se sonrojó al escuchar ese comentario de su esposo. Sentía como en ese momento su piel se erizaba.

—Na-naruto-kun, ¿ahora? Boruto está dormido. —contestó nerviosa.

—Vamos Hinata, se que tú también lo quieres, además, no haremos mucho ruido, te lo prometo.

—Pero, ¿y si se despierta?

—Tranquila, no pasará nada. Te he extrañado mucho durante estos días, tus besos, tus caricias, me han hecho tanta falta.

—Yo también te extrañé Naruto-kun, y, si lo quiero, pero me da miedo despertar a Boruto.

—Tranquila ¿si? solo déjate llevar. —dijo mientras comenzaba a besarla.

Los latidos de su corazón se aceleraban cada vez más, sus manos temblaban, pero su cuerpo lo ansiaba.

La última vez que estuvieron juntos de esa manera fue hace unos meses, un día que Boruto se quedó en casa de su abuelo, hasta ese día, ambos habían estado ocupados.

La habitación de Boruto no estaba tan cerca de la de ellos, pero eso sí, tampoco estaba tan lejos, a Hinata le gustaba estar cerca por si su hijo llegase a necesitar de cualquier cosa.

Era obvio que ambos se habían extrañado, y necesitaban sentirse así nuevamente, con los cuidados de su hijo y las misiones se les ha hecho difícil tener algo de tiempo para ellos. Así que ahora que están juntos, aprovecharán cada momento.

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