Capítulo 04

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Foss trastabilló hacia atrás cuando la mujer impactó contra él con el cuchillo buscando clavarse en su carne. Tenía un sonrisilla en los labios mientras esquivaba sin problema los ademanes de ella para cortarlo. 

—Es osada —dijo entre dientes a Mavro.

—Tiene más coraje que vos —bromeó su hermano mientras se apoyaba contra el lateral del ropero a mirar la escena, los brazos cruzados sobre el amplio pecho. 

La mujer jadeaba apenas mientras seguía intentando lastimar al hermano de pelo plateado.

—Ya ¡tranquila! —dijo Foss pero ella no parecía dispuesta a detenerse. 

—¡Haere atu i ahau! —gritó ella y los hermanos se miraron al mismo tiempo, frunciendo el ceño.*

Entonces Foss se quedó quieto un instante que para ella fue suficiente.
Le lanzó una estocada brutal al rostro que él casi no esquiva. La punta del cuchillo le alcanzó el pómulo.

Él retrocedió un paso mientras la mujer lo miraba con los ojos muy abiertos, parecía sorprendida de haberlo herido. Foss le sostuvo la mirada, mientras el pequeño camino de sangre bajaba por su rostro. Con sus ojos celestes clarísimos fijos en ella, atrapó con la punta de la lengua la sangre que caía. 

Sonrió con feroz calma, un pensamiento oscuro se formó en su mente. 

—Es suficiente —dijo Mavro acercándose a ellos. 

—Pero acaba de cortarme —Foss levantó una ceja. 

Sólo que no parecía enojado, sino otra cosa...

La mujer se giró para enfrentar a Mavro, con el cuchillo en alto con la punta manchada de sangre de Foss. Cuando las miradas de ambos se encontraron, algo en el aire cambió. La densidad era palpable. La mujer estaba visiblemente agitada por el enfrentamiento, su pecho subía y bajaba con rapidez. Ella trazó un triángulo con su mirada por el rostro de Mavro. Iba de sus ojos a sus labios. Él pasó saliva. 

—No vamos a lastimarte —dijo casi susurrando, aunque era obvio que no se entendían.

Ella dio un tímido paso hacia él y Mavro no perdió ni un segundo. De un solo movimiento certero la desarmó. Le arrebató el cuchillo por el mango y lo arrojó hacia atrás, clavándolo en la puerta de madera del ropero. Ella apretó la mandíbula pero no volvió a intentar atacarlos. 

—¿Nos vamos? —dijo Foss, limpiándose la sangre de la cara con el dorso de la mano. 

Se acercó a su hermano y se agarraron de las manos. Luego cada uno extendió la mano libre hacia la joven hembra. Tenían que estar los tres en contacto para poder materializarse juntos. 

Ella miró a uno y a otro. Tenía el puente de la nariz cubierto por una lluvia de pecas y el color de sus ojos verdes parecía fuera de este mundo. La mujer bajó la cabeza, resignada. Pero cuando sostuvo las manos que los hermanos le tendían, algo parecido a un sollozo salió de su boca.

La electricidad del contacto corrió entre los tres formando un círculo de energía. Y entonces no quedó nada en el dormitorio. Solo el cuchillo clavado en el armario y un silencio vibrante. 


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*¡Aléjense de mí!

Hija del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora