Özel

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Nota: por favor no se aburran porque es un poco largo.

31. Helados y frio (Parte I)

Había pasado una semana del incidente con la computadora cuando su madre entro a su habitación.

—Ven conmigo, iremos por tu computadora.

"Hoy no... hoy no quiero salir, podrías ir sola, por favor" Responde Annabeth en señas desde su cama.

Una sensación de rabia embargó a su madre, su hija llevaba ya dos semanas haciendo lo mismo, se levantaba de esa cama solo para comer e ir al baño, no había ido a terapias, no leía, ni siquiera utilizaba el televisor para distraerse un rato, solo dormía, o eso intentaba.

—¿Qué? ­­—replicó su madre cansada de la situación —Annabeth tienes que salir de esa cama.

"No, hoy no quiero, otro día será"

—Si tú no vas yo tampoco y tu laptop se quedará en manos de extraños.

Pensó que con eso la convencería, pero no funciono, Annabeth ya estaba resignada con su computadora y con todo lo demás, no respondió a su madre, ni siquiera la miró.

—Sé que estas triste —claudicó su madre y se sentó a su lado—, también sé que es por un chico —Annabeth prestó atención, ella no le había dicho nada—, por desgracia Ann tienes la desventaja de decir con tus ojos todo lo que con tu voz no puedes, soy tu madre y te escucho, aunque no me lo pidas. Ahora estas triste y te duele, pero si nunca avanzas nada va a cambiar.

Su madre se apartó de su cama y camino a la puerta, fue entonces cuando una almohada voló a su lado.

"Yo esperaré fuera mientras tu buscas mi laptop y nos vamos"

(***)

"Mamá ¿Qué hacemos aquí?" preguntó Annabeth.

—Entremos — Indicó su madre frente a la puerta de la cafetería, pero Annabeth se negó, ella no quería entrar a ese lugar nunca más, además había acordado no entrar y no lo haría.

—Solo tomaremos un café y buscaremos tu laptop.

"Podemos tomar un café en cualquier otro lado"

Annabeth dió vuelta dispuesta a buscar otro lugar, sin embargo, su madre la tomó y a pesar de los pataleos de Annabeth logra hacerla entrar, se sentaron en la mesa más alejada y menos visible de la cafetería.

En eso ven a Roger el padre de Dave  y demás cocineros intentando apagar lo que parece una cortina impregnada en fuego— Oh por Dios, Ann busca agua rápido, hay que ayudar—Las dos se acercan corriendo a la cocina, lugar del incendio.

Annabeth busca con la mirada algo para ayudar, en eso ve una puerta que parece el almacén y entra para buscar agua, pero no hay agua y la puerta no se puede abrir por dentro, estaba encerrada. Golpea la puerta y observa por la ventanilla que ya han apagado el fuego, todos la notan, pero nadie dice nada, nadie la ayuda, ni siquiera su madre.

—Ann... —llamó alguien, alzó la mirada sin creerlo aun— Hola — Volteó una vez más intentando abrir la puerta en vano, seguía atrapada y ahora con Dave.

Suspiró ¿Qué más podía empeorar? Sin embargo, todavía le daba la espalda a él.

—Tenemos que hablar —Anunció Dave, pero ella negó con la cabeza y se alejó lo más que pudo —, por favor —suplicó, esta vez Annabeth lo miró, aquellos ojos café le estaban rogando que lo escuchara y finalmente aceptó.

Dave le pasa un marcador y un tablero pequeño que ella toma.

"Estaba todo planeado" escribe y se lo muestra.

—Era la única manera de verte— responde Dave con tristeza—, pero ninguno de nuestros padres nos va a dejar salir hasta que aclaremos las cosas, aquellas que no me permitiste decir el día que me entregaste la carta y te fuiste—Tomó un papel de su bolsillo —Es inevitable estar nervioso en este momento, por eso preparé lo que te tengo que decir —abrió el papel y la miró, no podía arrepentirse ahora que la tenía tan cerca, no permitiría que huyera otra vez.

—Siempre me preguntaba cuál de todas las cosas que tenías especial era la que más te destacaba, me quedaba observándote durante largos minutos antes de acercarme preguntándome lo mismo y no hallaba respuesta, me iba a dar por vencido cuando tu madre se encontró conmigo, recuerdo que me dijo:

Realmente no sabes cuánto vale el tesoro hasta que lo descubres por completo.

No te mencionó, pero te miraba, supe que valías mucho más de lo que dejabas ver, mucho antes ya me había dado cuenta que eras única, eras la fantástica chica única que yo había logrado conocer, siempre supe que todo y nada te hacia diferente a las demás, o a lo mejor así te veo yo.

En específico nunca supe por qué eras diferente, lo admito, no lo sabía, pero cuando lo supe nada cambio, lo único que cambio fue cuando te fuiste corriendo sin saber el motivo, nada de lo que leí me hizo cambiar la opinión que tengo sobre ti, sigo pensando que eres una chica fantástica.

Admito que me preocupaba tu silencio, pero me imaginaba una amistad estilo Ariel y el príncipe Erick, imaginaba que me querías hablar, pero te costaba, por eso esperé y seguiría esperando todo el tiempo que fuera necesario, nunca desconfié de ti, tampoco lo haría, no eres una chica mala, así que, si en algún momento te hice sentir mal con algo, por favor perdóname— Se detiene y la mira —. Te quiero mucho, en verdad.

Annabeth empezó a acercarse a Dave, pero lo que dijo después la dejó congelada:

—Annabeth leí tus cartas, leí todas tus cartas.

Continuara...

****

Espero que hayan disfrutado la lectura, estoy atenta a cualquier opinión.

¡QUE TENGAN UN HERMOSO DÍA!

¡QUE TENGAN UN HERMOSO DÍA!

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De Chocolate, Por FavorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora