Capítulo 9

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« Carlos no es mi problema, no es mi problema »

Oh por un demonio, claro que era su maldito problema. Lo era desde hace doce condenados años.

Guiándose por una ira asesina, persiguió a la mujer y a Carlos y los detuvo antes de que tomaran el ascensor, al verla a la cara, reconoció de inmediato a Dayana, una de las mujeres con las que compartía el último piso del hotel. Nunca se llevaron bien, aunque no recordaba porqué, simplemente no hablaban.

— ¿Qué demonios crees que estás haciendo? ¿No ves que estoy ocupada? — espetó con su voz chillona. Julia no le prestó ni un mínimo de atención, concentrando toda la atención el hombre de sus pesadillas que apenas lograba mantenerse de pie y tenía los ojos semicerrados, Julia lo tomo del brazo con fuerza. — ¡Eh! ¿Qué haces? Es mío, yo lo vi primero.

— No es tuyo, Dayana — gruñó, haciendo que Carlos intentara ponerse derecho al oír su voz. Tenía los ojos grises nublados y parpadeó como si intentara aclararse la vista. — me lo llevo, ahora mismo.

— ¿J-julia? — tartamudeó con voz gangosa. A pesar de que mantenía cierta distancia, el olor a alcohol de su aliento perforó su nariz, santo dios ¿acaso bebió todo el bar?

— Por supuesto que es mío — volvió a chillar la mujer, irritándola aún más si era posible. Ahora sí que recordaba porque nunca se llevaron bien — lo encontré en el bar y nos divertiremos juntos ¿cierto guapo?

Carlos balbuceó algo ininteligible, intentando de manera bastante patética zafarse del agarre de Dayana y acercarse a ella. Perdiendo la paciencia, lo jalo con fuerza del brazo para que por fin aquella rubia tonta lo soltara, haciendo que Carlos se tambaleara y que casi cayera al suelo, Julia tenía suerte de ser una mujer alta, porque logro sostenerlo con facilidad a pesar de que era un hombre grande.

— ¡Esto no es justo! — Volvió a quejarse la mujer — le diré a Francisco lo que has hecho, te echará y...

— Ve y díselo — la instó, metiendo con esfuerzo al hombre de sus pesadillas en el ascensor — veremos quién gana aquí.

Dejo a la mujer furiosa pataleando y presiono el botón que la llevaría al piso donde estaba su habitación. Por un momento, consideró meterse en alguna habitación al azar para dejarlo tirado a que se le pasara la borrachera, pero al ver que el muy idiota empezaba a tener arcadas, se deshizo de la idea. Lo que menos quería era que acabara ahogándose con su propio vomito, no podría perdonarse si le pasaba algo, por más que lo detestase.

— Te juro que si te vomitas voy a cortarte los huevos y a dártelos de cenar — gruñó. Carlos enfocó su vista nublada en ella, o al menos lo intentó.

— No voy a vomitar — murmuró en un susurro. Julia no le creyó, ya que lo repitió varias veces como si quisiera auto convencerse; además de que parecía totalmente concentrado en intentar mantenerse de pie.

— Más te vale

A pesar de la corta distancia entre el ascensor y la entrada de su habitación, llegar fue toda una odisea, era como cargar con un saco de patatas pesado y resbaladizo; muy resbaladizo. Como necesitaba sus manos para poder abrir la puerta, apoyo al hombre contra la pared ya que dudaba que pudiera mantenerse de pie por sí mismo, al ver como se deslizaba hasta el suelo como un muñeco de trapo, se dio cuenta que tenía razón. En el poco tiempo que estuvo con Carlos en el pasado, nunca bebió a grandes cantidades y se notaba que era mala copa, entonces ¿Por qué demonios lo hizo? ¿Qué lo hizo a ponerse en ese estado?

¿Por qué fue ahí?

Julia negó con la cabeza ligeramente, esas eran las preguntas que le haría cuando recobrara el sentido. Por ahora, solo debía procurar que aquel desgraciado llegara vivo al día siguiente. Se preparó para levantarlo de nuevo, y en cuanto lo hizo, Carlos vomitó; sobre ella y sobre él mismo.

— Lo siento — dijo angustiado, antes de volver a vomitar. Esta vez, Julia tuvo los suficientes reflejos como para dar un brinco hacia atrás, por lo que acabo vomitando sus pies y salpicando su propio pantalón.

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⏰ Última actualización: Jun 04 ⏰

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