— No olvides que tienes que escoger un traje para la boda. Eres el padrino y debes verte bien, pero...
— Pero no mejor que el novio mamá, ya lo sé — suspiró, estaba aburrido — ¿podríamos hablar de otra cosa ya?
Carmen frunció el ceño.
— ¿Te molesta que tu hermano vaya a casarse? — inquirió en tono acusador. Negó de inmediato. ¿Cómo iba a molestarle? De hecho, estaba muerto de envidia. Pero no iba a decirle eso a su madre, se supone que él era un hombre felizmente casado ya.
— Por supuesto que no me molesta, mamá. Es solo que de lo único que hablamos es de la boda y solo escucho de eso todo el tiempo, estoy un poco aburrido.
El gesto de su madre se ablandó y colocó una mano en su hombro, comprensiva. Le sonrió con cariño.
— Comprendo, querido. Tus hermanas me dijeron lo mismo ayer — explicó con tono divertido — es solo que estos acontecimientos no se dan todos los días, hijo, todos estamos emocionados. No sé si lo recuerdas, pero cuando te casaste todo fue parecido, nadie paraba de hablar de la boda.
— La verdad es que no lo recuerdo muy bien, mamá — dijo, evasivo.
Porque estaba demasiado distraído viviendo un romance apasionado con otra mujer que no era su prometida. Su madre negó poniendo los ojos en blanco.
— Tú nunca recuerdas nada, Carlos. Es porque no paras de trabajar — lo riñó — necesitas unas vacaciones, Fernanda me dijo que trabajas hasta tarde todos los días y apenas pasas tiempo en casa. Eso no es sano, tu esposa está muy preocupada por ti.
Se sobresaltó al escuchar eso, no sabía que Fernanda estaba preocupada por él, ni mucho menos se imaginaba que compartía esas preocupaciones con nada más y nada menos que su madre. Nervioso, se rascó la nuca.
— Estoy muy ocupado mamá — se excusó — la editorial está creciendo y tenemos mucho trabajo. Fernanda no debería decirte esas cosas a ti, debería hablar conmigo.
Carmen lo observó con escepticismo
— ¿Cómo va a hablar contigo si nunca te detienes en tu casa? También me ha dicho que sigues evitando el tema de los hijos, Carlos. Estas a punto de cumplir cuarenta años ¿Qué estas esperando? — El tono acusador de su madre lo hizo fruncir el ceño — se te va a ir el tren.
— No se me va a ir ningún tren — gruñó — si mal no recuerdo, tu tuviste a mis hermanas después de los cincuenta años, mamá.
— Si, en un embarazo accidental e inesperado, muy delicado donde tuve que pasar los nueve meses en cama para que pudieran nacer tus hermanas — espetó su madre — no puedo creer que seas tan desconsiderado con su esposa. ¿No piensas en su salud? ¿No piensas en el daño que podrías hacerle si sigues esperando? Le prometiste que tendrían hijos, si no los querías, debiste ser sincero desde un principio.
Puso los ojos en blanco, estaba enojado.
— Ya vale, mamá — la cortó —no pienso seguir hablando de este tema. Eso solo nos incumbe a ella y yo.
Iba a tener una buena conversación con Fernanda en cuanto volviera a casa esta noche, una cosa era que se quejara con su madre del poco tiempo que pasaba en casa ¿pero hablarle del tema de los hijos? Era totalmente inaceptable. Una total falta de respeto a su privacidad.
Su madre intentó responderle, sin embargo, un carraspeó a sus espaldas los interrumpió. Ambos se dieron la vuelta a mirar.
Ella.
Ahora sí que quería meterse bajo una piedra y no salir de ahí en veinte años ¿estaba escuchando la conversación? Julia esbozó una sonrisa tensa, incluso le pareció ver algo de compasión en sus ojos y todo fue muy claro, si que estaba escuchando. Por un carajo.
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Los hilos del destino
RomanceEl amor y el pasado son cosas de las que no siempre se puede escapar. (BORRADOR) Prohibida la copia total o parcial de esta obra.