T2-capítulo 15

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Narra la prota.


El auto se estacionó frente a la casa de los Cullen. Desde la puerta, con los brazos cruzados, observé cómo Edward, Bella y Alice bajaban.

Bella lucía confundida, sin entender por qué había llegado antes que ellos, cuando claramente fui la última en irme de Volterra.

La miré fijamente y me acerqué lentamente, entrecerrando los ojos. Edward, en un instante, se puso frente a ella, adoptando una postura defensiva que hizo que mis pasos se detuvieran.

—¿Cuándo va a terminar esto?

Mis palabras salieron en un susurro tosco, los dientes apretados, mientras miraba al suelo y mis hombros caían, cansados.

—¿A qué te refieres exactamente? —preguntó Alice, su tono desafiante.

La fijé con una mirada amenazante.

—¿A qué me refiero? —la señalé con un gesto de desprecio—. Tu estupidez y la de tu hermano van a hacer que Bella termine más rápido en un ataúd, ¡pedazos de imbéciles! ¡Y la reverenda madre que los parió!

Comencé a lanzar insultos a diestra y siniestra, señalándolos con furia. Edward abrió la boca, sorprendido, y Alice se la tapó, boquiabierta. Me sentía aún más molesta.

—Por su maldita culpa, además de tener que soportar las idioteces de la manada, ¿también debo aguantar esto? ¿Por qué siempre tienen que joderme ustedes dos?

Grité, incapaz de contenerme más. Mis ojos recorrieron el tronco que yacía a un lado del camino, y luego se posaron en Edward y Bella.

Una sonrisa traviesa se formó en mis labios mientras me agachaba para levantar el tronco, y Bella me miraba con inquietud.

—Tn, te vas a hacer daño. No puedes levantar eso... —un grito se escapó de sus labios cuando el tronco voló en medio de ella y Edward, clavándose en el ventanal de la casa.

Solté un suspiro de alivio y sonreí.

—Bueno, necesitaba un respiro —reí, mirando la ventana. Bella tenía los ojos muy abiertos y su boca parecía desencajada; quizás debería ir a un dentista, eso no era normal.

Pestañeé con tranquilidad y me giré para marcharme.

—¿Cómo? —Bella intentó seguir hablando, pero solo balbuceó algo ininteligible.

—Ya me tienes harta, Isabella —le grité de espaldas—. Tú y tu estúpida sanguijuela que tenías por novio.

Desaparecí en un solo segundo, como si nunca hubiera estado allí. La verdad es que mis ganas de arrancarle la cabeza a Edward me llevaron a alejarme, no quería verlo a él y mucho menos al estúpido suicida de su ex.

∆∆∆

Caminaba a grandes zancadas por el bosque, tratando de calmarme mentalmente mientras pensaba en patitos y gatitos.

De repente, una risa sonó detrás de mí, y al voltear, vi a Jared y Leah a mi lado.

—Qué milagro, tú, como siempre, irritada —dijo Jared, sonriendo de manera burlona.

Rodé los ojos y los miré, irritada, mientras intentaba hablar, pero solo logré hacer gestos con las manos.

—Mira que no sabemos leer la mente —dijo Leah, riendo suavemente, y Jared estalló en carcajadas, lo que me hizo rodar los ojos nuevamente.

Seguí caminando, y de pronto me detuve, entrecerrando los ojos y mirándolos con burla.

—¿Qué hacían ustedes aquí solos? —noté cómo ambos hicieron caras de asco, y no pude evitar reír—. Ah, buscan y luego no se aguantan.

La risa resonó en el aire mientras continuaba caminando, disfrutando de la compañía de mis amigos en medio de la tensión que había dejado atrás.

¿estoy en crepúsculo? No Me Jodas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora