¿estoy en crepúsculo? No Me Jodas...

T2-capitulo 17

Golpeé la puerta apenas llegué, tres golpecitos suaves, y justo cuando iba a dar el cuarto, Emmett apareció al otro lado.

—¡Edward, vino la demente de tu cuñada! —gritó, divertido.

—Buenos días a ti también, imbécil —respondí, seria.

Él se rió a carcajadas.

—Me cae bien esta chica —dijo, todavía riéndose.

Lo ignoré y entré, frotándome la frente.

—La verdad, cada vez que vengo aquí algo me jode. Ya no me sorprendería que Carlisle se fusionara con ADN de un dinosaurio para clonarse y salvar más vidas en el mundo —solté, sarcástica.

Ni yo misma sabía lo que decía, pero el maldito estrés que sentía cada vez que cruzaba esa puerta era mágico: apenas entraba, todo se ponía peor.

∆∆∆

Mi rostro se puso completamente pálido mientras miraba a todos en la sala. Tenía la mirada clavada en la carta, pero en un segundo mi atención se esfumó. Mis ojos se encontraron con los de Bella, y de repente una imagen, como una película vieja, apareció en mi mente: Bella sentada en una silla, con un embarazo avanzado. Luego la escena cambió, y la vi peinando a una niña de unos cuatro años.

Parpadeé, aturdida.

—Mierda... —murmuré.

Miré a Bella y a Edward, conectando las piezas. Poco a poco, todo hizo click en mi cabeza. Claro, en este momento todavía tenían que suceder los eventos con Victoria... o cierto.

Los observé fijamente y solté una risa baja, que rápidamente se volvió más fuerte.

—Estás jodido, Edward.

Mis ojos se oscurecieron por completo, y Edward comenzó a ponerse rígido.

—Te comiste la torta, hijo de puta —grité, furiosa.

De un tirón, lo agarré del pelo y lo arrastré por toda la sala mientras Emmett y Jasper se partían de la risa.

—¡Te acostaste con mi hermanita antes de casarse! —seguí gritando—. ¡Te voy a arrancar las pelotas!

Edward trataba de liberarse y Bella intentaba separarnos, pero Esme la sostenía mientras ella gritaba desesperada.

De pronto, entré en razón y solté a Edward.

—Espera...

Me quedé procesando la situación.

—Oh... ciertamente esto es culpa mía —murmuré, y empecé a reír de forma histérica_ lo que me faltaba.