Capitulo 17

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El sonido de un dragón interrumpió la calma. Etherea entraría en una guerra entre el bien y el mal. Y eso ya no dependería de nosotros.

— Ya es hora de saber quién eres. — Afirmó Phoenix. — Recuerda todo lo que te enseñé, tú puedes hacerlo.

Él comenzó a generar con sus propias manos un esplendor que lo elevó de tal manera, que pude ver cómo cada vez se alejaba de mí.

Uso todos sus poderes para evitar que los dragones tocaran y lastimaran a las hadas.

Comencé a cerrar mis ojos y dejé que la magia dentro de mí fluyera hacia donde mi mente lo pidiera. ¿Dudaba de mí? Si.
¿Tenía miedo? Si.

Pero no pude detener la perdida de mi abuela y mucho menos iba a permitir que una bruja como Alicia arruinara un mundo mágico y lleno de criaturas mágicas inocentes, ajenas a la guerra que planeara en su retorcida mente.

Alicia me observa desde lejos y manda a uno de sus secuaces, y además un brujo poderoso que hicieran todo lo posible para mantenerme lejos.

Ella deseaba el dolor y el caos. Quería corromper a Etherea hasta que no quedara ni una gota de resplandor.

El joven y estúpido brujo, creyó ingenuamente que alcanzarme con el dragón sería suficiente. Luego recordé que los dragones no me temían.

Al momento en el que se acercó, lo toqué rápidamente mientras estábamos en los aires, y desde el cielo. El dragón volvió a ser quién era, volvió a ser el dragón que no obedecía órdenes de Alicia.

El cobarde brujo decide huir y el dragón se queda junto a mí, asintiendo con su cabeza en agradecimiento.

Alicia ordena que ataquen los duendes juntos con sus armas de fuego, intentando quemar los bosques donde las mariposas se hallaban.
En ese mismo momento, Phoenix crea un campo magnético que las protegería hasta quién sabe cuándo.

— ¡Caerás! — grita Alicia enfurecida extendiendo las manos hacia arriba.

— Claro que no. — Respondí.

— Querida, tu abuela y tu madre no tuvieron oportunidad conmigo. Y ya pasó mucho tiempo. — Expresó observándome de arriba a abajo, como si fuera un insecto que ella quisiera desaparecer.

Lágrimas brotaron de mí por un momento, quizás por la impotencia de sus palabras o quizás por tristeza.

Alicia se acerca enfrente a mí bajando del dragón majestuoso que montaba.

— Tú y yo, somos muy parecidas. Pero querida, tú no perteneces aquí.

La observé con mucho más desprecio, la odiaba. Luego, decidí ponerme más firme ante sus palabras.

— No importa cuántas veces te convenzas a ti misma de lo que sea, jamás será suficiente. La gente aparece y luego se va, dejándote una herida que no puedes sanar. — Continúo Alicia, caminando alrededor de mí. — El amor que sentiste con Phoenix nunca fue real, mientras tú vuelves a la realidad, él jamás saldrá de aquí. — Intentando convencerme.

— No somos iguales Alicia.

— ¿Estás segura? Mira a tu alrededor, esto lo causaste desde que llegaste aquí.

En algunas cosas ella tenía razón. Me rompió, me lastimó, abrió heridas que creía tener sanadas.

Algo cambio dentro de mí ese día, algo nuevo despertó. No sabía que podía suceder después de esto.

Quizás no volvería a ver a Phoenix, quizás debería superar mis miedos,
Quizás debería empezar a pensar en mí y que abriendo una herida no conseguía nada.

Alicia no siempre había sido así, ella cuando la conocí me había extendido los brazos e invitado a su hogar. Pero hay muchas cosas que no me cerraban.

— Ahora entiendes. — Expreso muy orgullosa.

Alicia observó con furia mientras Phoenix y yo nos preparábamos para enfrentarla. Luego de un silencio inquietante, nos encontrábamos luchando contra oleadas de criaturas sombrías, cada una más poderosa que la anterior. A pesar de nuestros esfuerzos combinados, parecía que estábamos siendo abrumados por la marea de la oscuridad.

En medio del caos, recordé las palabras de mi abuela sobre el poder de la fe y la esperanza. Con un destello de determinación, cierro los ojos y me conecte con la esencia misma de Etherea, con mi poder interior, ese que llevaba meses practicando.

De repente, una luz brillante estalló desde el interior de mí, disipando la oscuridad que los rodeaba. Con un grito de triunfo, invocando a las criaturas mágicas de Etherea, uniéndolas en una poderosa alianza contra las fuerzas de la oscuridad.

Guiados por mi liderazgo y el poder de Phoenix, las criaturas mágicas lucharon valientemente contra los secuaces de Alicia, recuperando terreno con cada golpe.

Alicia, furiosa por el giro de los acontecimientos, se lanzó hacia Violeta con un último esfuerzo desesperado. Pero antes de que pudiera alcanzarla, fue detenida por una barrera de luz dorada, creada por la fuerza combinada de Phoenix y yo.

— Tu tiempo terminó, Alicia. Etherea nunca caerá en la oscuridad mientras haya luz — declare con firmeza.

Con un grito de derrota, Alicia desapareció en una nube de humo negro, dejando atrás un mundo liberado de su tiranía.

Con la batalla ganada y la paz restaurada, Phoenix me abrazó, sabiendo que su unión era más fuerte que cualquier fuerza de la oscuridad que pudiera enfrentarlos.

— Yo sabía que eras especial. — Sonrió

Los Colores Del Destino: Un Mundo MágicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora