8. Promesas y mentiras

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Tomé rápidamente mi bicicleta y conduje hasta la dirección que Yachi me había enviado. No voy a mentir diciendo que no estaba preocupado, en verdad, el nerviosismo me carcomia por dentro.

Dejé caer mi vehículo al suelo y corrí hacia la puerta, golpeé con mi puño la madera y esperé pacientemente. Los segundos pasaban y comenzaba a desesperarme.

Cuando iba a tocar nuevamente, la puerta se abrió y una mujer con apariencia amigable me sonrió desde el umbral.

—Perdonen las molestias— dije enseguida haciendo una reverencia.

—No es ninguna molestia, enderézate ¿Qué hace un joven como tu frente a mi casa a esta hora?

—Estoy buscando a Tadashi.

Frunció el ceño— ¿Tadashi? ¿Eres compañero suyo?

—Soy su amigo. O eso creo.

—Mi hijo no tiene amigos— sonrió de forma triste— Tal vez es mejor que vuelvas a tu casa.

—Señora, por favor. Necesito verlo.

—¿Por qué tanta insistencia?

—Me preocupa demasiado.

Sus ojos se humedecieron— Es la primera vez que alguien se preocupa por él. Pasa, pasa.

Se hizo a un lado y me dejó entrar. La casa era muy acogedora por dentro y el olor a hogar estaba impregnado en cada mueble y espacio.

La casa es pequeña y luminosa. Al entrar, hay un recibidor con un perchero de madera y un banco con cojines suaves. A la izquierda, se encuentra la sala de estar con un sofá cómodo, una mesa de café de madera y una estantería llena de libros. Grandes ventanales dejan entrar mucha luz natural, y unas cortinas de lino blanco añaden un toque acogedor. En una esquina, hay una chimenea con una manta doblada sobre una silla.

—Tadashi está arriba, en su habitación— dijo la mujer deteniéndose en la escalera y haciendo una seña hacia arriba— ¿Puedo pedirte un favor?

—Por supuesto.

—Cuida a mi niño, por favor— desvió la mirada al suelo— Su última amiga no fue la mejor y quiero cuidarlo esta vez.

—Nunca le haría daño.

—Las promesas son las más dulces mentiras.

—En mi caso no es así. Juro cuidar a Tadashi, ¿ahora me cree?

—Jurar es peligroso— levantó la mirada hacia mi— Te creo.

Fallen angel// TsukiYamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora