20. Frío

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Tadashi Yamaguchi

Me desperté en medio de la noche, en la cabaña que compartíamos con Kageyama, Shoyo y Tsukishima. La habitación estaba en silencio, solo roto por los suaves ronquidos de Shoyo.

La luz de la luna entraba por la ventana, bañando todo con un resplandor plateado que hacía que todo se viera etéreo. Podía ver las sombras de mis amigos, respirando lenta y profundamente, sumidos en sueños pacíficos.

Intenté volver a dormir, pero los recuerdos de mi pasado se agolparon en mi mente, impidiéndome encontrar la paz.

Me froté los brazos, pasando los dedos sobre las cicatrices como si fueran recientes. Sentía un dolor fantasma, una sensación de que estaban sangrando nuevamente, pero al mirar, estaban perfectamente cerradas. Suspiré, aún invadido por el terror, y me levanté de la cama tratando de mantener un silencio sepulcral.

El suelo estaba frío bajo mis pies desnudos, pero aun así, caminé hasta la puerta de la cabaña. Sentía que mi pecho se contraía, ahogándome.

Necesitaba aire.

Salí al exterior, y el frío calaba hasta mis huesos, el viento nocturno soplaba suavemente, trayendo consigo el olor salado del mar. Podía escuchar el suave murmullo de las olas rompiendo contra la orilla, un sonido que, de alguna manera, me tranquilizaba.

Observé el mar frente a mí. Estaba en calma, como si la luna hubiera aplacado las aguas solo para mí.

La luna...

Había algo en su resplandor que me hacía sentir pequeño, pero también protegido. Mientras la miraba, una parte de mí se preguntó qué pasaría si entrara al agua. Caminé por la arena, sintiendo cada grano bajo mis pies, hasta que las olas tocaron mis tobillos.

El agua estaba fría, pero no me importó. Sentí una extraña paz, una sensación de libertad y felicidad.

Sonreí, no pude evitarlo.

¿Cómo sería morir sintiéndome así?

No, aún no es momento.

No todavía.

La idea pasaba por mi mente, pero sabía que tenía que vivir un poco más. Por Tsukki, por mi madre, por mis nuevos amigos.

Aun así, seguí avanzando en el agua, cada paso me llevaba más lejos de la orilla. El agua subía por mis piernas, luego por mi cintura, hasta que finalmente me sumergí por completo.

La frialdad del agua me envolvió, y al sumergir la cabeza, todo sonido exterior se apagó. Estaba rodeado por una calma absoluta, podía sentir mi corazón latiendo en mis oídos, el agua acariciando mi piel. Estar bajo el agua me daba una sensación de tranquilidad que pocas cosas podían ofrecerme.

Floté allí, dejando que el agua me sostuviera, sintiendo una paz profunda y verdadera.

Estaba bien. Estaría bien.

***

Kei Tsukishima

Me desperté al sentir un escalofrío recorrer mi cuerpo. Me incorporé lentamente y, a duras penas, encontré mis lentes entre mi ropa desordenada.

Al colocármelos, pude ver todo con más claridad; la puerta de la cabaña estaba abierta. Me pareció extraño, pero pensé que podría haber sido causada por el viento.

Me levanté mientras bostezaba y, al ir a cerrarla, noté que Tadashi no estaba en su cama. Un nudo de preocupación se formó en mi estómago.

¿Dónde podría estar?

Fallen angel// TsukiYamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora