INTRODUCCIÓN

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En el corazón de una opulenta mansión, Conway, el temido jefe de una poderosa familia mafiosa, se sentaba en su lujosa sala. Sus ojos, fríos como el acero y calculadores como un ordenador, observaban a los omegas alineados frente a él. Cada uno había sido traído aquí con la promesa de una recompensa económica, suficiente para cambiar sus vidas para siempre.

El ambiente estaba cargado de tensión. Los omegas, conscientes del poder que emanaba del alfa, se mantenían en silencio, algunos temblando ligeramente. Entre ellos, Gustabo, un omega rubio de ojos azules, destacaba no solo por su apariencia frágil y delicada, sino también por el dulce aroma a miel que lo envolvía, un olor que despertó algo profundo en el poderoso alfa.

Gustabo estaba visiblemente asustado. Había aceptado esta oferta desesperada para ayudar a su familia, sin imaginarse que se encontraría cara a cara con uno de los alfas más temidos de la ciudad. Sus manos temblaban ligeramente mientras trataba de mantener la compostura bajo la mirada escrutadora de Conway.

Conway, por su parte, intentaba mantenerse impasible, aunque el olor a miel de aquel chico rubio comenzaba a afectarlo más de lo que le gustaría admitir. Había planeado este encuentro con la fría intención de encontrar un omega adecuado para su celo. Pero algo en Gustabo despertaba sus instintos más profundos, algo que iba más allá de la simple atracción física.

Se levantó de su asiento y se acercó al rubio. Sus hombres observaban en silencio, sabiendo que cualquier palabra fuera de lugar podría costarles caro. Extendió una mano y levantó el rostro de Gustabo, obligándolo a mirarlo a los ojos con una mirada penetrante y despiadada.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Conway, su voz dura como el acero y su tono autoritario.

—G-Gustabo, señor —respondió el omega, tratando de ocultar su miedo.

Conway asintió lentamente, su decisión ya tomada. Este omega no solo cumpliría con su propósito durante el celo, sino que también representaba un desafío y una tentación que no podía ignorar.

—Te elijo a ti —dijo Conway, sin apartar la mirada de Gustabo. 


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CELOS DE HIERRO (JACKSTABO) OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora