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El aroma a riqueza y poder impregnaba el aire mientras Conway conducía al omega por los intrincados pasillos de su mansión. La tensión era palpable entre ellos, como un hilo invisible que los mantenía unidos en un equilibrio precario. Gustabo, con el corazón latiendo con fuerza en el pecho, se esforzaba por mantener la compostura ante la presencia intimidante del alfa.

— Esta será tu habitación— anunció el alfa con un tono que no dejaba lugar a discusión, abriendo la puerta de una habitación lujosamente decorada. La habitación estaba bañada en una suave luz dorada que resaltaba los detalles exquisitos de la decoración. Pero para el rubio, la belleza del entorno no hacía más que resaltar la sensación de encierro que lo oprimía.

—Recuerda, aquí rigen mis reglas— advirtió Conway, su voz dura y firme—No toleraré desobediencia ni indiscreciones. Tienes un papel que desempeñar aquí, y espero que lo hagas sin problemas.

Gustabo asintió con nerviosismo, sintiendo el peso de las expectativas de Conway sobre sus hombros. Sabía que no tenía más opción que cumplir con las demandas del poderoso alfa si quería proteger a su familia y asegurar su propia supervivencia en este mundo cruel y despiadado.

El alfa dejó a Gustabo en su habitación y se retiró con una inclinación de cabeza fría y distante. A solas por fin, Gustabo se permitió exhalar un suspiro tembloroso, dejando que la tensión acumulada se disipara lentamente.

Mientras exploraba la habitación, Gustabo no pudo evitar sentirse abrumado por la magnificencia de su entorno. Las paredes estaban adornadas con obras de arte impresionantes, los muebles eran elegantes y refinados, y cada detalle parecía haber sido cuidadosamente seleccionado para reflejar el lujo y el poder de su anfitrión.

Sin embargo, bajo la superficie de opulencia y grandiosidad, Gustabo podía sentir la oscuridad que se cernía sobre la mansión de Conway. Sabía que este lugar estaba lleno de secretos y peligros que apenas comenzaba a comprender, y que su vida nunca volvería a ser la misma después de cruzar ese umbral.

Mientras tanto, Conway se retiró a su estudio privado, donde se sumergió en los oscuros asuntos de la mafia que controlaba con mano de hierro. Las preocupaciones de su mundo exterior se desvanecieron por un momento mientras se concentraba en los informes y los planes para el futuro, pero en el fondo de su mente, no podía dejar de pensar en el omega rubio que ahora residía en las entrañas de su mansión.

Por primera vez en mucho tiempo, se permitió una pausa para reflexionar sobre la situación en la que se encontraba. Había elegido a ese omega por una razón, y sabía que no podía permitirse mostrar debilidad o vacilación frente al omega. Pero bajo la máscara de indiferencia y control, Conway se preguntaba si había algo más en juego aquí, algo que iba más allá de un simple acuerdo entre alfa y omega.


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El tiempo pasaba lentamente en la mansión de Conway, marcado por el tic-tac constante del reloj y la pesada atmósfera de secreto y peligro que envolvía cada rincón. Para Gustabo, cada día era una lucha por encontrar su lugar en este mundo nuevo y desconocido, donde las reglas eran implacables y las consecuencias de una sola acción podían ser devastadoras.

Cada mañana, al cruzarse con Conway en los pasillos, Gustabo era golpeado por el aroma inconfundible que rodeaba al alfa. El olor a café amargo mezclado con el aroma penetrante del tabaco creaba una esencia poderosa y envolvente que inundaba el aire a su paso, dejando una impresión imborrable en la mente de Gustabo.

CELOS DE HIERRO (JACKSTABO) OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora