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Conway, con el cuerpo aún en tensión y su respiración acelerada, bajó la mirada hacia el omega, observando cada una de sus expresiones. Las lágrimas que resbalaban por las mejillas del omega, y la forma en que mordía sus labios, le indicaban que el dolor seguía presente. Su instinto alfa le pedía moverse, reclamar lo que sentía como suyo, pero la preocupación por el bienestar de Gustabo lo mantenía contenido.

Apoyando sus codos a los costados del rostro de Gustabo, inclinó su cabeza hacia él, sus ojos buscando algún tipo de señal de que el omega pudiera soportar un poco más. La conexión entre ellos se sentía como una cuerda tirante, llena de deseos contradictorios. Quería hacer suyo a Gustabo de manera completa, pero no estaba dispuesto a romperlo en el proceso.

— Respira... — susurró Conway, su voz ronca pero suave, intentando calmarlo. — Solo relájate un poco... no me apetece lastimarte.

Gustabo tembló al escuchar esas palabras, su cuerpo estremeciéndose bajo el peso de Conway. Hacía todo lo posible por soportar el dolor, pero no podía evitar las muecas que traicionaban su malestar. Sintió el calor del alfa envolviéndolo, su cuerpo grande y musculoso presionando el suyo, y aunque el dolor aún estaba presente, había algo en la presencia de Conway que también le hacía sentirse seguro.

— No... te preocupes... puedo... puedo soportar — dijo Gustabo entre jadeos, aunque su voz era débil y quebrada.

El mayor lo observó por un momento más, luchando contra sus propios instintos. El deseo de moverse, de continuar, estaba latente, pero verlo así despertaba algo más profundo en él. Sin dejar de mirarlo a los ojos, Conway bajó la cabeza y besó con suavidad las lágrimas que seguían cayendo por el rostro de Gustabo, su respiración chocando contra su piel húmeda.

— Si es demasiado, me detendré — prometió, aunque su voz estaba cargada de una frustración interna. Pero esas palabras fueron más por el bienestar de Gustabo que por su propio deseo.

Los músculos del rubio seguían tensos, su cuerpo intentando adaptarse a la invasión, pero el hecho de que Conway estuviera allí, observándolo tan de cerca y con un cuidado inesperado, le daba una pequeña sensación de alivio. A pesar del dolor, había algo en esa proximidad que le hacía sentir, de alguna manera, conectado con el alfa de una forma que no comprendía del todo.

Y, aunque no lo admitiera en ese momento, algo en su omega interior le decía que estaba donde debía estar.

Jack se encontraba completamente perdido en su instinto alfa, cada movimiento más intenso que el anterior. Mientras sus caderas se hundían con fuerza en el cuerpo de Gustabo, sus ojos no podían apartarse del omega que estaba debajo de él. El rostro de Gustabo, sonrojado y cubierto de una fina capa de sudor, le resultaba más que atractivo; era una provocación pura que encendía aún más sus deseos. Sus labios apenas se rozaban, tentadores, y el alfa sentía una necesidad casi abrumadora de capturarlos, de reclamar lo que siempre había sentido que era suyo.

Pero justo cuando sus bocas estaban a punto de encontrarse, Conway se desvió, controlando ese impulso momentáneo, bajando a besar las mejillas de Gustabo y descendiendo hasta su cuello y clavículas. Allí, sus labios se movieron con un hambre creciente, mordisqueando la piel con cierta rudeza, dejando marcas, como si quisiera que todo el mundo supiera que Gustabo le pertenecía. Su lengua trazó un sendero ardiente que dejó al omega temblando, cada caricia más posesiva que la anterior.

— Te siento tan mío... — murmuró Conway, su voz ronca, mientras sus manos grandes y fuertes sostenían a Gustabo en su lugar, manteniéndolo vulnerable y expuesto bajo él.

El omega apenas podía procesar lo que estaba ocurriendo. A pesar de que el dolor aún estaba presente, mezclado con el placer creciente, su mente se nublaba más y más a medida que el alfa aumentaba las embestidas. El sonido húmedo y sucio de sus cuerpos chocando resonaba en la habitación, amplificando la intensidad del momento. Cada golpe era más profundo, más demandante, y Gustabo sentía como si el miembro de Conway estuviera alcanzando su estómago.

CELOS DE HIERRO (JACKSTABO) OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora