Doce: R, N, A y B.

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— Nicolás Flamel — murmuró Anthony ni bien cerró el libro demasiado intrigado mirando la ventana de su dormitorio encontrando la luz brillante del sol. Regulus asintio y bebió un poco de la bebida que le había dado la madre de su amigo.

— Si, si. ¿Puedo pedir más de esto?

— Luego, ¿Dónde encontraste el libro?  — bufo al no tener más de la deliciosa bebida y comenzó a narrar la historia de su hallazgo, claro omitiendo detalles. — Hay más objetos aquí. Quizás te ayude a... Lo que sea que busquemos en la siguiente travesía.

— No habrá siguiente Thony, solo es una piedra que necesito encontrar. — él ya no estaba seguro para que la buscaba. ¿Quería la verdad o solo su obsesión lo estaba volviendo loco?

Bueno ya lo estaba pero era reconfortante saber que no tanto como para recordarle que se volvería aún más loco.

— Sigo sin entender, pero somos amigos. Te ayudaré a seguir buscando cueste lo que...

— Traje otras gaseosas, y waffles. Creí que a Regulus le gustarían. — el pelinegro asintió emocionado sin saber cuáles eran esas palabras pero se oían y olían bien.

— ¡Mamá!

—  Anthony Jared Green, no seas mal anfitrión. Tu padre y yo estamos muy emocionados en recibir un mago en nuestro hogar.

— Mamá yo tambien soy un mago.

— Un mago que no haya explotado todas nuestras vajillas cuando le digamos que no puede comer chocolate, Anthony. O que haya hecho crecer el césped cuando tú padre no quiso ayudarte con tu tarea. O está esa vez...

— Eres totalmente bienvenido, R. Come un waffle.

El susodicho asintio aún más contento, ignorar el hecho de que la madre de Anthony fue una gran distracción de la verdadera conversación lo hizo pensar que el queria saber que fuerza lo habia llevado hacia alli. Porque en su antigua vida si alguien le hubiese dicho que él estaría ahora en una casa muggle aceptado comida de muggles y demás hubiese vomitado y reído. O viceversa.

Así que algo lo había llevado ahí, y él no era fanático de los secretos. No en esa vida.

***

— Bien Regulus, cómo primer día aquí en el... Eh... ¿Cómo le decían ustedes?

— Mundo muggle.

— Exacto. Te llevaremos a comer un delicioso helado. — el hombre se veía emocionado y Regulus no sabía cómo explicarle que los magos comían helado. El de frambuesa con nueces era su favorito desde que se inventó hace... Bueno desde que lo probó en su antigua vida.

— Papá, en el mundo mágico hay una heladería.

Vio como el señor Green se detuvo a verlos y su mirada pasa de entusiasmada a desilucionada en unos segundos, paso a mirar a Regulus y hacer una mueca.

— Lo lamento hijo, no quise... No intente sonar... Tan tonto. Solo... Eh... — el pobre no sabe que más decir hasta que la madre de Anthony se acercó con unas bebidas amarillas en su manos y le tocó el hombro a su esposo. Quien lucía muy avergonzado.

— ¿Qué te gustaría hacer primero, cielo? — murmuró con una dulce voz y una sonrisa tan cálida como Regulus nunca experimento en alguna mujer que haya conocido. Solo la recordó una vez hace años cuando re nació , y su madre veía a un infante de apenas semanas.

Regulus Black y el misterio de Nicolás FlamelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora