CAPÍTULO XVIII

64 12 0
                                    


Al abrir los ojos pude ver a Leah, estaba acostada junto a mí, permanecía inmóvil con su cabello cubriéndole el rostro, estiré mi brazo para alcanzarla, pero apenas lo levanté, perdí toda la fuerza y lo dejé caer. No podía moverme, apenas si podía mantener abiertos los ojos y pensar. Quién sabe cuánto tiempo llevaba inconsciente, podían ser minutos u horas, no lo sabía, pero estaba seguro de que no tenía tiempo. Si el gobierno fue tan despiadado para destruir el centro de la ciudad que les impedía haberlo hecho con la ciudad entera, ya no tenía esperanza de salir vivo ni de encontrar a mi familia. Me dejé llevar otra vez por el cansancio y cerré los ojos.

"Vincent... Vincent... Vincent..." Otra vez esa voz repitiendo mi nombre una, y otra vez. ¿Por qué no me dejaba en paz? ¿Qué es lo que quería de mí? ¿Por qué no me deja morir y ya? Ya no quería seguir luchando, solo quería que esto terminara.

"Vincent... Vincent... Vincent..." comenzaba a fastidiarme al escuchar esa voz, cada vez se escuchaba más lejana, pensé que quizá se trataba de algún familiar llamándome a la muerte. Podría ser mi padre o mi abuelo, quizá solo querían que dejara de sufrir y yo me resistía a escucharlos. Al pensar en mi padre y en mi abuelo la voz dejó de decir mi nombre, se fue tan rápido como había llegado y me dejó la sensación de un gran vacío y sin pensarlo sentí que necesitaba oírla de nuevo.

Abrí los ojos nuevamente, apenas si había luz, ya no sentía el calor intenso de las llamas, de hecho, comenzaba a sentir frío. ¿Qué hora era? ¿Dónde estaba? ¿Era real lo que había pasado o solo era mi imaginación? Muchas preguntas venían a mi mente. Me quedé unos segundos mirando hacia la nada, con la mente en blanco, solo existiendo, sin un propósito en específico, hasta que de golpe todos los recuerdos regresaron. Los Kurome, las bombas, mi familia, Amber, Daniel, el oficial Alan, Leah...

¡Leah! ¡Leah! Pensar en la pequeña niña me sacó del trance en el que estaba, la busqué con la mirada y la vi delante de mí. Realmente no miraba al vacío, la miraba a ella. Leah, seguía tirada junto a mí, su pequeño cuerpo permanecía inmóvil y su ropa estaba cubierta con algo que parecía polvo. Al verla así, imagine que algo malo le había ocurrido y el miedo me inundó fervientemente, recorrió mi espalda y llegó hasta mis pies. Pensar que algo le había pasado a esa pequeña me hizo temblar.

Una descarga de energía activó mi cuerpo y pude moverme, trate de inhalar aire y note que no me costó trabajo, parecía que la cantidad de oxígeno se había normalizado y eso había ayudado a que recuperara un poco de fuerza.

Estiré mi brazo y puse mi mano sobre el pecho de Leah, podía sentir como subía y bajaba, era un movimiento apenas perceptible, pero ahí estaba, seguía con vida. Con toda la dificultad del mundo y con muy poca fuerza recogí las piernas, apoyé las manos en el suelo y logré ponerme de rodillas junto a Leah.

- Despierta Leah, despierta - le quité el cabello del rostro para poder verla, apenas abrí la boca y susurré esas sencillas palabras, me vino una tos muy fuerte -

No podía dejar de toser, trate de taparme la boca con las manos, pero la tos no paraba. Mientras tosía y sacaba todo el humo de mis pulmones, mire a mi alrededor, el lugar donde estábamos estaba totalmente a oscuras, solo las brasas de los restos de los muebles que quemaron iluminaban el lugar. Las paredes y el techo estaban negros por las llamas, el suelo estaba cubierto de hollín, incluso mis manos estaban llenas de hollín. La quemadura de mi mano derecha tenía un aspecto poco agradable, puesto que las ampollas que se habían explotado estaban cubiertas de hollín y ceniza, la piel sobrante se había arrugado a manera de pasa, se podría pensar que mi mano era como una vela que tuviera rastros de cera derretida escurriendo por sus lados.

La tos comenzó a disminuir y entonces una bocanada de sangre salió de mi boca. Se me escurrió por los labios y la barbilla y cayó encima de mi pantalón, mire mi mano con miedo. No podía estarme pasando esto, no ahora. Lo único bueno de mi tos fue que eso despertó a Leah de su largo sueño, se recostó de lado y al igual que yo, empezó a toser. Me acerqué a ella para que se diera cuenta de que estaba ahí, le di unas ligeras palmadas en la espalda para que se le pasará pronto la tos y sostuve su mano con la mía.

Black Eyes #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora