CAPÍTULO VI

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Recuerdo nuestra primera salida familiar, el día era idéntico a este, el sol calentaba con toda su energía, el cielo estaba despejado y la naturaleza brillaba en todo su esplendor. Habíamos ido al parque, a las afueras del fraccionamiento donde vivimos, estaba sobre la carrera 18, no muy lejos de donde estábamos. Habíamos salido de casa desde muy temprano y atravesado las mismas puertas que ahora estaban derribadas. El parque estaba repleto de gente, era normal para un domingo en la mañana, los niños jugaban fútbol, un grupo de chicos se ejercitaba trotando, un vendedor de raspados ofrecía sus productos al público, todo era muy normal. Llevamos al bebe para que conociera un poco el mundo, para que pudiera observar los árboles, las ardillas, escuchar a las aves cantar y para que sintiera la brisa y el calor en la piel. Desde que nació lo mantuvimos en casa para evitar que se enfermara, pero ese día era tan bonito que no resistimos a salir.

Recuerdo a Clara, tan bella como siempre, con una sudadera blanca que resaltaba el dorado de su cabello y combinada con lo blanco de su piel, los labios pintados de rojo intenso y un poco de rímel en los ojos. Siempre se veía hermosa, pero en ese momento, cargando al bebe con tanta ternura, simplemente se veía espectacular. Mi hijo iba muy atento a todo, abriendo los ojos lo más que podía. Siempre ha sido muy curioso, pero ese día quedó impactado por todo lo que había afuera, creo que descubrir que hay un mundo inmenso de cosas hace que a cualquiera le dé emoción y vaya que lo demostraba, se dibujaba en él sus primeras sonrisas, daba de brincos y se aventaba con las piernas, agitaba las manos y sonreía, nunca olvidaré ese momento de felicidad.

Y justo por eso no podía detenerme a ayudar a todo el mundo, tenía que encontrar a mi familia y ayudar a cuanta persona que estuviera en problemas solo me retrasaría. Además, no arriesgaría la oportunidad con la que contaba, tenía un auto y con él solo me faltarían unos cuantos minutos para llegar a la estación de policía y pedir ayuda, de todos modos, esas cosas estaban ocupadas con aquella chica, si pasaba rápido podría rodearlas sin dañar mi auto. Me sudaban las palmas de las manos, apretaba tan fuerte el volante que mis manos se tornaron totalmente rojas, sentía como el sudor escurría por mi frente. Estaba a punto de pisar el acelerador cuando el oficial Alan me habló, al parecer había sido muy obvio en mis intenciones, pues el oficial se percató al instante.

- No lo hagas, tenemos que ayudar a esa mujer - dijo el oficial Alan mirándome a los ojos -

- ¡No! - guardé silencio un momento y volví a decir - No, no podemos hacer nada, esa chica está atrapada, además son demasiados de esos monstruos, no podemos lidiar con todos ellos, solo moriremos en vano.

Nuestras miradas se cruzaron por lo que pareció un largo rato, aunque solo hayan sido unos segundos. El oficial Alan me miraba con una severidad abrumadora, podía ver como se tensaba su cuerpo y una vena comenzaba a saltar en su sien. No recuerdo haber estado en una situación tan álgida como esa, siempre soy muy tranquilo y trato de evitar el conflicto, pero esto era necesario. Todo se trataba de un juego de miradas, al primer pestañeo actuaríamos, aunque la verdad era que no sabía que hacer o, mejor dicho, no quería hacerlo.

No quería confrontar al oficial Alan, había hecho tanto por mí que la sola idea de discutir o pelear contra él me mortificaba, pero, por otro lado, cada segundo que pasaba era un segundo más donde Clara y mi hijo corren peligro. Tenía que estar con ellos, mi deber era protegerlos a ellos y no a los desconocidos.

El fragor del motor inundaba el ambiente, acompañado del rugido de esas cosas y el golpeteo constante contra la caja de carga, la mujer seguía pidiendo ayuda. Nos vio salir del fraccionamiento y nos pedía que nos acercáramos, quién sabe cuál sería su plan, pero estaba seguro de que no funcionaria.

Para esa mujer éramos su única oportunidad, pero no sospechaba sobre el duelo que teníamos en el auto debido a ella. El oficial Alan no me quitaba la mirada de encima ni yo a él, el motor hizo un ruido raro y entonces ambos hablamos al mismo tiempo

Black Eyes #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora