Capítulo 8"Maldita daga"

106 5 1
                                    

Media hora de camino, nada aún. El silencio invade el carruaje. Solo se oye el sonido del caballo corriendo a una elevada velocidad.

Mis sollozos interrumpieron el silencio.

—Todo estará bien, verás a tus padres—Ana me abraza fuertemente. Tiene razón.

Mi tía solo miraba por la ventana del carruaje, ¿Qué estará pensando?

—¿Cuánto falta?—Badulf ya estaba muy agotado, al igual que nosotros.

—Ya estamos cerca—contestó mi tía sin apartar la mirada de la ventana.

Acabamos de entrar a un pueblo. Al fin escucho algo más que el trote del caballo y las tablas del carruaje sonando.
Mi tía le señaló al conductor en la parte que era, empiezo a recordar estas tierras, amaba jugar y correr por todos lados junto a Kenric.

Kenric...

Lo extraño tanto, mi pecho se aprieta al pensar en él. ¿Por qué se tuvo que ir tan rápido? Él no se merecía eso. Mi dulce y valiente hermano mayor. No pude salvarlo a él, pero salvaré a mis otros dos hermanos.

—¡Fuego, allí!—Badulf señaló una fogata rodeada de personas.

Nos bajamos rápidamente del carruaje, mi tía corrió hasta ellos.

Mis padres...

Mis hermanos...

Los cuatro rodeaban una fogata, con una extraña forma: era un pentágono.
Mis padres están ahí, mi madre está en la punta superior del pentágono; mi padre tiene una daga en la mano, justo como lo describió mi tía.

No lo puedo creer...

Estoy viendo a mis padres,

¿Por qué no he corrido a abrazarlos?

¿Porque solos nos estamos acercando lentamente?

Mi tía aceleró demasiado, estoy seguro que quiere hacer una de sus épicas entradas.

—¡AVICE!—exclama mi tía, todos se giraron a vernos—¿Qué crees que estás haciendo?

Mi madre solo me mira a mí.

—¡Alaric!—se acerca rápidamente.

Está justo frente a mí...

Me está abrazando...

¿Esto es real?

Me quedé pasmado, no puedo creerlo. Mi madre me está abrazando, soñé con este momento los últimos años.
Después de darme cuenta, correspondí su abrazo tanto como pude, ambos no paramos de llorar.
Mi padre no se acercaba a nosotros, mis hermanos tampoco se movieron del puesto.

A través de mis ojos cristalizados puedo ver a otras dos personas alrededor del fuego, aparte de mis hermanos.

Una de ellas es ¿Aya?, si es ella, prometió que no apoyaría esto y no cumplió su promesa. No reconozco a la otra persona, no es alguien que haya visto antes. Nunca olvidó una cara.

—Mi niño, ¿Estás bien?—pregunta mi madre culminando el abrazo.

No puedo decir ni una sola palabra, mi llanto no me deja. Solo asiento y vuelvo a abrazarla.

¿Por qué mi padre no se acerca a nosotros?

Mi tía se dirige a él, supongo que es para quitarle la daga, sin esa daga el hechizo no se puede hacer. Aya se mete en frente para detenerla, mi tía levanta su mano, aprieta los dedos haciéndola levitar y la estampa contra un árbol.

—Beatrix, ¿Qué rayos crees que estás haciendo?—mi madre se acerca a ella, alejándose de mí.

Badulf está intentando arrebatarle la daga a mi padre; Ana está verificando que mis hermanos estén bien.
Mi tía y mi madre solo discuten, se dicen insultos y se lastiman mágicamente.

Yo solo estoy entre toda esa pelea, gritos y discusiones. No sé qué hacer, ¿A quien debo apoyar?

Todo está pasando tan rápido...

—Papá solo te pido que sueltes la daga—le hablo sollozando al igual que él.

—Lo siento hijo, es el siguiente paso—dice mi padre de una forma algo extraña, ¿Que pasó con él y a que se refiere con que es el segundo paso?

—¿Segundo paso? ¿Cuál fue el primero?—pregunto yo asustado

—Si, es el segundo. Ya bebieron de la copa, solo queda que sean apuñalados con la daga—respondió él mirando a mis hermanos.

Puedo sentir su miedo en sus ojos. Él no lo hará, son sus hijos.

¿O si lo hará?

Badulf está a punto de quitarle la daga, mi padre es muy fuerte pero él lo es más.

Noooo

Lo apuñaló, acaba de apuñalar a Badulf, corrió hasta mis hermanos. Ana intenta sacarlos de ahí.

Estoy junto a Badulf está perdiendo mucha sangre, no puedo hacer nada. Sus genes curativos de hombre lobo no funcionan. Debe de ser porque la daga es de plata.

—Corre, salva a tus hermanos—me dice él, su voz falla.

—Quiero que sepas que nunca les iba a hacer daño, ustedes son mi familia—dice, en su último aliento.

¿Dónde está mi tía?

A lo lejos la estoy viendo con mi madre, intenta hacer un hechizo. La está poniendo a dormir...

No tengo tiempo, mi padre está con mis hermanos y Ana.

—¡Ana, no dejes que se acerque a ellos!

De repente mi padre empuja a Ana y se golpea la cabeza con una roca. Todo está pasando tan rápido. Rodea a mi hermano y le clava la maldita daga en el pecho y repite lo mismo con mi
hermana.

—¡NOOOOOOO! ¡QUE HAZ HECHO!

Vidas Inmortales :El origen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora