Capítulo 10 "La venganza tiene excusa"

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¿Pero qué está pasando?

Solo deseo que esto sea un sueño y que al despertar mis hermanos estén bien y Badulf vivo. Nunca creí que el reencuentro con mis padres sería de esta forma. Mi familia ahora sí que está rota para siempre.

¿Por qué me tienen que pasar tantas desgracias?

¿Por qué?

Todo en este lugar me recuerda a mi infancia, a mi hermano. Al menos él no tuvo que vivir todo esto.

Este día ha sido el peor de mi vida, no he pegado ojo en toda la noche. No paro de pensar en lo que pasará ahora que soy libre, mi tía se irá y Ana con ella. Ahora puedo volver con mis padres.

Ana se fue con Leoric a enterrar a Baduf al estilo licantropo.

Solo de mirar a mis hermanos se me rompe el alma. La deben de estar pasando muy mal. Ese deseo de sangre será la perdición de sus vidas.

–¿Emily, estas bien?–no puedo evitar acercarme a ella.

–No sé, mi vida ha dado un giro tremendo. Me siento como nueva, ahora soy más fuerte, más rápida–no es la respuesta que esperaba–Pero el deseo de sangre aún sigue ahí, ya no es tan intenso como al principio pero claro, todos sabemos que nunca desaparecerá.

Ella lo lleva mejor pero Leoric ni siquiera ha hablado con ninguno de nosotros. No sé porque me cuesta acercarme a él. Él es todo lo contrario a lo que era Kenric, era demasiado bueno. Leoric tiene una pizca de demonio en sus ojos.

Necesito hablar con mi madre, entre tanto lío no hemos cruzado palabra.

–Mamá.

–Al fin estás con nosotros. Ahora si que estaremos unidos como antes–sus ojos se cristalizan–Tanto tiempo buscandote y tu me has encontrado a mi–si me hubieran buscado en verdad hace años estaría aquí.

–¿Buscándome?–mi tono de voz cambia completamente–Ustedes no movieron ni un dedo.

–Alaric, claro que te hemos buscado, nunca paramos. A los dos días que te fuiste iniciamos la búsqueda, armamos un ejército, tu padre casi pierde la vida a manos de las fuerzas de Beatrix. Yo intenté cada hechizo de localización pero ninguno funcionaba, ambos dedicamos nuestras vidas para encontrarte. Cuando nos enteramos de que eras un brujo inmortal se me vino a la mente la idea de clonar y mejorar el hechizo de inmortalidad y así hacer a tus hermanos indestructibles para poder vencer a Beatrix.

–Pero mi tía me dijo que nunca intentaron buscarme–siempre pensé que no les importaba, esa bruja me lavó el cerebro y me metió en la cabeza que ella era la única familia que tenía.

–Hijo nunca paramos la búsqueda.

Beatrix me tiene que explicar todo esto y bien que lo va a hacer.

–¡Beatrix!–mi tono de voz lo dice todo–¿Cómo pudiste mentirme de nuevo?¿No te bastó con arruinarme mi vida?¿También tenías que hacerme creer que  le importaba una mierda a mi familia?

–Alaric, calmate.

–¿Cómo me voy a calmar?–la rabia me está comiendo vivo–Me jodiste la vida y yo pensando que estabas cambiando. ¿Por qué odias tanto a mi familia?

–¡No odio a tu familia, Alaric, yo odio a tu madre! Ella sí que me jodio la vida el día que se acostó con tu padre–no entiendo porque le molesta eso–¡Mi prometido en aquel entonces!

–¿Cómo?

–¡Si Alaric, yo y Arthur estábamos enamorados hasta que llegó tu madre y se metió en nuestra relación, días antes de nuestra boda!

–¡Beatrix, ya calla!–la culpa y el miedo resaltan en la cara de mi madre.

Todo esto me queda chiquito. Con razón tanto odio. Yo solo era parte de su venganza, mi madre le levanta a su prometido y ella le levanta a su hijo.

Esto no puede ser posible. Mi familia es puro drama familiar. Necesito tomar el aire. Salgo afuera y los dejó a todos con la discusión.

–Hijo–mi padre me persigue hasta el patio.

–¿Qué quieres papá?

–Hablar.

–Pues habla, te escucho.

–Todo eso que dijo tu tía es cierto–pues eso está claro–Yo y beatrix nos conocimos en un una batalla, ella era la curandera de la aldea. Fue como un amor a primera vista, estábamos muy enamorados. El día que me presentó a Avice, todo cambió entre nosotros, yo y tu madre nos veíamos a escondidas hasta que un día Beatrix nos descubrió. Me cogió tanto odio que casi me mata. Luego empezó con la magia negra y juró que un día se vengaría.

–Papá

Antes de que pudiera decir algo Beatrix y mi madre aparecieron detrás de nosotros dos con caras de dolor y preocupación.

–Estamos muriendo, ambas.

–¿Cómo?

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