Padre/Tutor

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La señal llegó, y con ella todos dieron por terminada la misión, si todo había salido bien pronto se reunirían con el Señor Geto, las primeras en hacerlo serían claro sus pequeñas hijas, Mimiko y Nanako, que siguiendo las órdenes de su padre tomaron un camino distinto para ir donde el pelinegro.
Sin embargo, contrario a lo que pensaban en la entrada no estaba el señor Geto, en su lugar un hombre alto, esbelto y de cabello blanco permanecía de pie, cargando en sus brazos un bulto cubierto por una túnica.

Mimiko, quien tenía una mejor percepción de la energía maldita, fue la primera en darse cuenta que aquel bulto era su padre, no necesitaba verlo, los restos de su energía maldita se lo decían, así, incapaz de mantener la compostura corrió hacia Satoru seguida de su hermana que al notar la reacción de su gemela se dio cuenta de la situación.

Satoru bajó el bulto para que ambas pudieran despedirse de el, no dijo nada, no sabía que podía decirles así que solo se limitó a quedarse ahí esperando. Cuando las niñas pudieron calmarse un poco Satoru finalmente habló.

–Aconpañenme– dijo sujetando nuevamente el cuerpo de Suguru –Hay que enterrarlo apropiadamente, no queremos que algún rarito haga algo con el

Las niñas lo miraron con recelo y duda, sin embargo al final sedieron pues reconocían al peli blanco, su padre les había hablado de el y sabían que podían confiar hasta cierto punto.

–Bien, sujetense por favor de mi chamarra– dijo para posteriormente teletransportarse con ellas a un sitio diferente.

No pasó demasiado cuando sintieron el suelo firme bajo sus pies, estaban a las afueras de una casa enorme, no prestaron demasiada atención a los detalles, pues seguían abrumadas por la situación así que solo se limitaron a seguir al mayor al interior de la construcción. Satoru ppr su lado las guió hasta una pequeña capilla que se hallaba dentro de los limites de esa casa. Una vez ahí procedió a realizar los sellos y rituales necesarios para darle un fibal adecuado al cuerpo de Suguru.

"Supongo que no fue suficiente" pensó con la venda cubriendo sus ojos llorosos.

Los preparativos del ritual terminaron dando comienzo al mismo. Mimiko y Nanako se quedaron dormidas luego de tanto sollozar, Satoru las vio a ambas mal acomodadas en una de las bancas de dicha capilla y sin mucho esfuerzo las llevo a una de las tantas habitaciones de aquella casa.

Estaba por salir de la habitación cuando la mayor de ellas habló

–¿Qué va a hacer con nosotras?– interrogó seriamente, debía saber a que se enfrentaria para poder proteger a su hermana.

–No se, todo depende de que quieran hacer– contestó para luego tomar una silla y sentarse –Tienen dos opciones, pueden irse y continuar con su vida, sin embargo, te recuerdo que causaron muchos estragos en Shibuya por lo que si un día se encuentran con un hechicero de la preparatoria podrían terminar perdiendo su libertad o la vida, si deciden irse yo no puedo asegurar su protección

–¿Y cual es nuestra otra opción?– interrogó la menor

–Pueden tonar mi apellido, bajo el nombre de la familia Gojo nadie podrá ponerles una mano encima, claro quedarán bajo mi supervision por lo que yo me volvería su tutor. No tienen porque aceptar si no quieren, pero es todo lo que yo podría hacer por ustedes– termino de explicar el albino

–¿Porqué nos ayudaría? No nos conocemos y no somos las únicas

–Lo se, pero tu y tu hermana eran lo que más le angustiaba Suguru, al ser las mas pequeñas temía que algo pudiera pasarles, el era muy importante para mi y esto es todo lo que puedo hacer– Saroru se levantó listo para salir –No necesitas responder, háblenlo, piénselo y tomen una decisión, yo la aceptaré, por ahora descansen

El albino finalmente salió, mientras lo hacía se quitó la venda de los ojos y Nanako pudo notar lo rojos que estaban.

"También lo está pasando muy mal" pensó luego de verle. En esos momentos no se parecía nada a lo que su padre alguna vez les contó, ahora se veía completamente apagado, sin vida, no parecía en absoluto aquel hombre lleno de energía del que Geto hablaba con tanto cariño.

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Raabta (SatoSugu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora