Consejo

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Satoru se tomó el tiempo para calmar a Megumi, aún no estaba seguro de como percibía a otros Suguru y temía que por su repentina acción tomará al menor como una amenaza. Sin embargo, no fue así, Suguru no distinguía nitidamente a otros fuera Satoru, pero distinguía la energía maldita y las emociones de las personas a su alrededor, por ello no atacó al joven pues solo pudo notar en él su preocupación por el peliblanco.

Sin embargo, ellos no eran los únicos ahí, cerca de ambos también se encontraban dos fuentes de energía maldita, en ellas podía notar confusión y un atisbo de enojo. La energía de ambas le era demasiado familiar y aún sin distinguirlas en su totalidad, sentía un apego genuino y paternal por ambas.

–¿Es el señor Geto?– preguntó incrédula Nanako
–¡¿Que rayos le hizo?!– Grito angustiada Mimiko

La poca confianza que habían formado se agrietó y esto alteró la mente de Satoru ¿Cómo le explicaba a sus recién adoptadas niñas que maldijo a su padre, pero que todo fue consensuado? No sabía, era ahí cuando necesitaba la capacidad de habla de Geto; estaba por explicarles todo cuando aquella peculiar maldición tomó entre sus brazos a las jóvenes, envolviéndolas en un extraño pero cálido abrazo.

Mis niñas– exclamó con aquella peculiar voz que ahora le acompañaba.

Tanto Mimiko como Nanako quedaron en shock, sin embargo pronto las lágrimas corrieron por sus mejillas y correspondiendo el abrazo de su padre se soltaron a llorar, lo habían echado tanto de menos.

Satoru vio con ternura y satisfacción aquella escena, sin embargo la mirada penetrante de Megumi lo hizo volver a tierra.

–También quieres que te abrace Megumi-chan– exclamó en ese tono cariñoso que sabía molestaba al menor, éste solo le miró con repulsión y apartando sus brazos exigió una explicación más clara, Satoru lo miró y miró a las niñas que aún lloraban abrazadas a Suguru, tenía razón, les debía una explicación a todos.

...

Los restos de Suguru fueron cremados, después de volverse una maldición su cuerpo físico ya no albergaba energía maldita por lo que el proceso se volvió más simple. Dicha acción dejó a todos más tranquilos, lo que sea que quiso ir tras el cuerpo de Suguru ahora ya no podría tomarlo. Así, con su preocupación más grande resuelta, Satoru los reunió a todos.

...

Luego de hablar sobre ambos y como habían acabado así, Gojo se sintió orgulloso de si mismo pues parecía que los presentes entendían las circunstancias, sin embargo pronto una nueva duda fue sembrada.

–¿Qué le va a decir al consejo de ancianos?– exclamó Megumi –Según entiendo, luego del desfile organizado por el presente– señaló a Suguru –Y la repentina adopción de las señoritas, el consejo no está nada contento y no creo que se tomen bien que haya maldecido a uno de los cuatro hechiceros de grado especial

Fushiguro tenía toda la razón, esos vejestorios definitivamente intentarían exorcisar a Suguru a como diera lugar, sin embargo no podrían. Satoru sonrió y los jóvenes sintieron un escalofrío recorrer sus espaldas.

...

Satoru no podía seguir postergando su visita a los ancianos, así que luego de calmar a sus retoños volvió a la escuela para callar a los altos mandos.

–La maldición Suguru Geto es una amenaza para el mundo de la hechicería, tal vez mayor de lo que fue en vida, debes exorcisarla como debiste hacerlo desde un inicio Satoru Gojo.

Esa era la idea y sentencia del consejo, sin embargo Satoru, como era su costumbre, no les dio la razón.

–Ay señores, lamento mucho alterar sus arrugados traseros por no cumplir con sus peticiones– dijo con fingida dolencia -–Pero deshacerme de mi amada maldición me dejara sin vida también, después de todo lo maldije de modo que no pueda alejarse de mi, es un viviré y moriré por ti, si yo muero señores el muere y si el muere yo lo haré también, es nuestra maldición y a menos que quieran esperar otros cuantos siglos por mis hermosos ojos, no podrán hacer nada.

La sala quedó en silencio, Satoru ganó, sin embargo, aún existía la duda.

–Qué harás si se sale de control– replicó un anciano.

-–No lo hará– exclamó con seguridad aunque internamente también temía que algo así pasara. Así, sin dar pauta a más discusiones Satoru salió de ahí.

"Se consciente de que esta será una soga más a tu cuello", fue lo último que escuchó de los ancianos.

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Raabta (SatoSugu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora