Intruso

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Los acuerdos se hicieron y con ellos las gemelas comenzaron una nueva etapa con su ahora tutor.

Satoru no pidió nada más haya de su esfuerzo por salir adelante dándoles la opción de convertirse en hechiceras o de integrarse a la sociedad de no hechiceros, el conocía perfectamente lo sucedido en su pasado y también entendía que su situación fue el desencadenante final de Suguru, sin embargo, esas eran las opciones que él podía ofrecerles.

Ambas decidieron pensarlo, después de todo Suguru jamás les impuso su ideología y ellas solo odiaban a las personas con pensamientos ignorantes como la gente de su antigua aldea, así que optaron por tomarse un tiempo y tomar una decisión poco antes del siguiente inicio de clases.

Satoru se sentía más tranquilo con las niñas ahí y a pesar de los pocos días de convivencia le agradaban así que decidió que debía hablarlo con Yuta y Megumi ya que ambos estaban también bajo su protección, en especial le preocupaba la reacción de Yuta, después de todo las niñas habían sido partícipes del incidente que casi acaba con la vida de sus amigos.

Con ambos chicos en mente, citó a Megumi a su casa y a Yuta decidió verlo en la preparatoria, podría haberlo citado junto con Megumi, pero el joven se estaba preparando para ir al extranjero.

Ya en la escuela fue interceptado por el director y los altos mandos pues año nuevo estaba cerca y luego del "Desfile Maldito" Satoru simplemente se esfumo. Nadie sabía que había hecho esos días por lo que cuando Satoru dio la noticia de que las jóvenes gemelas ahora eran parte del clan Gojo los ancianos se molestaron, alegando que eran criminales y debían ser ejecutadas. Satoru por su parte hizo caso omiso a sus quejas exclamando que a su clan le faltaban miembros y dado que no planeaba casarse y mucho menos tener herederos esa era de las opciones más viables y que por ende no podrían ponerles una sola mano encima, pues de hacerlo pondrían al clan Gojo en su contra, osea a el.

Los ancianos casi se infartan ante las palabras del albino, pero a Satoru no pudo importarle menos así que solo los dejó quejarse, después de todo ya no podrían hacer nada. Se habría seguido burlando de ellos, de no ser por la repentina presencia de alguien o algo en su casa.

"Los niños" pensó en primera instancia, luego una segunda reacción lo alertó aún más "SUGURU"

El ritual había sido interrumpido y la energía maldita que tantos días le había costado depurar, ahora parecía dispersa y fuera de control, con ello en mente lo supo, lo que sea que irrumpio iba por Geto.

Sin intenciones de seguir escuchando a la bola de ancianos decrepitos salió de ahí tan rápido como pudo, no podía permitir que nada le pasara a las niñas ni a su otro retoño, y mucho menos a los restos de Suguru.
Al llegar notó que efectivamente, Megumi ya había llegado y pese a las circunstancias intentaba proteger a las gemelas, mismas que también estaban a la defensiva, sin embargo la maldición frente a ellos era poderosa y tres adolescentes sin un rango definido no podrían hacerle frente.

La criatura frente a ellos era de grado especial, pero no era lo único, detrás de ella parecía haber otro ente, uno cuyo trabajo era ir por Suguru, o por lo que quedaba de él. Sin pensarlo demasiado, priorizo los restos de Suguru, atacando al brujo que al parecer colaboraba con la maldición.

–¡Gojo!– escuchó gritar a Megumi, algo tarde tal vez, pues si bien los 6 ojos le advirtieron de los movimientos de su oponente, su energía maldita se volvio inestable, alterando el infinito que lo protegía, cosa que provocó que el golpe de aquella maldición le diera de lleno y lo mandara a volar.

Gojo estaba mareado y algo perdido, no sentía tal cosa desde su época adolescente, sin embargo se re compuso de inmediato, dispuesto a pelear nuevamente, unas simples fallas en su ritual no lo harían perder, pero algo llamó su atención, el brujo que hace unos momentos llevaba a cabo su fechoría ahora estaba inerte en el suelo junto a los restos de Geto con multiples lesiones que estaba seguro ninguno de los adolescentes presentes podría provocar. La maldición por otro lado parecía alerta a su entorno, pero en cuanto notó que du presa se había puesto de pie nuevamente, fijó rumbo para atacarlo por segunda vez. Satoru solo sonrió, estaba listo para recibirla, sin embargo algo llamaba su atención, el flujo de energía maldita se sentía extraño, era demasiada y toda esa energía intentaba fusionarse con la suya acción que había alterado a su ritual pues éste no la repelia, por el contrario, parecía llamarla.

Mientras tanto, la maldición corría alterada hacia él, sin embargo nunca lo alcanzó, algo o más bien alguien la detuvo.

¡NO VAS A TOCAR A SATORU!

Raabta (SatoSugu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora