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Mi esposo había empezado a trabajar hacia 6 meses en una multinacional para liderar la introducción de un producto financiero en Colombia. Se trataba de un grupo bástate grande, un conglomerado de Latam con presencia en varios países.
Lo complicado del tema es que mientras el producto salía, él iba a ser el único empleado en Colombia, liderando en remoto las otras personas, mientras el producto crecía y se podía contratar personal en el país.
El monstruo era más grande de lo que esperaban, el tiempo no le daba para cubrir todo lo que había por hacer, si no estaba en el trabajo, en la casa o cuando salíamos estaba en llamada o con su computador. Terminamos hasta peleando porque ni descansaba, ni me dedicaba tiempo.
Ahi fue cuando solicito contratar un apoyo y entro Silvana como manager para ayudarlo a hacer seguimiento remoto a los empleados de otros países y él se encargaba de temas macro.
Me la presentó por una video llamada, una mujer en sus treinta y algos, bastante amable y descomplicada con una actitud y energía increíbles.
Una presentación que obviamente aproveché, sin importarme la mueca de disgusto de mi esposo. Le pedí encarecidamente a ella que me ayudara a ponerle cuidado y que no lo dejara trabajar de más, le di mi teléfono y le pedí que me llamara si no le hacía caso.
Ya con dos empleados y buena proyección a futuro, decidieron abrir sus primeras oficinas, convenientemente ubicadas en un centro comercial con torre financiera para tener mejor visibilidad y posibilidad de crecimiento.
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La primera salida en vivo del producto, lo tenía al borde del estrés, estuvo 3 semanas con los nervios de punta, trasnochando parejo para asegurarse de que todo saliera bien. La verdad es que es bastante exagerado, no le gusta dejar nada al azar y ni con saber que había cubierto cada aspecto baja la guardia.
Ese día ni almorzó, a duras penas comió a regañadientes algo que Silvana le pidió para tomar el algo. Llegando a la tarde, a la hora del lanzamiento, estaba hecho un manojo de nervios, pero nervios algo desquiciados porque lo que si llevaba encima era una greca entera de café.
Se le notaba por encima que si seguía así iba a terminar en el medico. Silvana preocupada no dudo en llamarme, necesitaba que le ayudara a sacarlo de ahi o le iba a dar un infarto.
Me arregle a toda prisa y una hora más tarde estaba allá. Obviamente la regaño por sapearlo, pero igual no tuvo como negarse a salir. Entre las dos logramos convencerlo de ir a tomarnos un trago en uno de los bares del centro comercial, así si pasaba algo igual estábamos ahí pegados a la oficina para poderlo resolver.
Ya estando en el bar, terminamos ella y yo hablando de todo y de nada. Era más que obvio que el proyecto había salido bien, era hora de celebrar no de preocuparse, ella lo sabía muy bien, pero él se negaba a creerlo, prefería ahi seguir monitoreando los números.
Silvana la verdad no era muy atractiva, por decirlo así, una mujer promedio, una tipica nerd-geek con un carisma, seguridad y relax total que causaba atracción e interés; descomplicada, vestía Jeans, unos tenis Vans y una camiseta sencilla con estampados, sus gafas grandes y redondas de marco transparente la hacía lucir bastante inteligente.
Su sonrisa contagiosa, era lo mejor, me dio gusto conocerla en persona e hicimos clic de inmediato.
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Llevábamos varios tragos encima, al menos nosotras dos que no parábamos de hablar, nos dimos cuenta de que no nos estaba prestando atención, porque decíamos cualquier tipo de barbaridad y el solo acentuaba como un zombie.
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Entre Fantasía & Realidad #2 (+18)
RomanceContenido NO APTO para mentes sexualmente obtusas. Hay material explicito y detallado sobre erotismo, relaciones sexuales, BDSM y poliamor. No discrimina orientación sexual o género. Bienvenidxs las personas curiosas, divertidas y de mente abierta...