1| Aireador

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—Lo arruinaste todo… No te bastó con ser una basura y humillarnos, sino que también arruinas el futuro de tu hermano mayor. ¡Ojalá hubieras nacido muerto! —Mi madre, si es que se le podía llamar así, me empuja contra la pared y estrella su mano en mi mejilla—. Maldita sea la hora en la que te di a luz, no sirves para nada, ni siquiera para ser ofrecido como prostituto a los alfas. Un recesivo en la familia… ¡Qué indignante!

Y sí que lo era.

—L-lo… Si-s-si-sien..-

—¡Piérdete de mi vista!

Salgo corriendo de la sala, donde la familia está reunida para hablar sobre lo que había sucedido anoche. Mis lágrimas se deslizan por mi piel y al llegar a mi cuarto sólo me lanzo a la cama, donde reprimo mi llanto y me pregunto cuál fue mi error.

Me había mantenido alejado como me lo pidieron, no hablé o me relacioné con nadie. Ellos así lo quisieron y ordenaron. Tan sólo me dediqué a estar en una esquina y… ¿por qué?

¿Por qué un hombre como Damián Carrington hizo algo como eso sabiendo que Lance buscaría su querencia?

Termino dando vueltas en mi cuarto hasta que la alarma suena indicando que es momento de darle mantenimiento a mi acuario y me acerco a la gran pecera que tengo de 750 litros y la cual fue un regalo de mi difunto padre. Toco el vidrio con cariño y sonrío cuando mis peces se acercan a pedir comida.

En una cubeta que está en el piso, se puede apreciar una pequeña anubia, regalo de Damián. Me agacho para tomarla e ingresarla tras desinfectarla y pasarme casi dos horas limpiando mi acuario.

Soy muy meticuloso cuando se trata de mantenimiento mensual.

—Oye —la voz de mi hermana mayor se escucha mientras abre la puerta, su rostro pálido la expone y me llevo una mano al pecho—. Noah, debes bajar.

—¿Po-p-por… Qu-qué?

—Baja, tartamudo de mierda.

Trago saliva.

Salgo corriendo detrás de ella.

Al bajar las escaleras me encuentro con una escena irreal, muy surrealista.

Lance está aferrado a Damián Carrington como si fuese a morir en cualquier momento, si su vida dependiera de ese hombre, sin duda alguna ya estaría muerto en cuánto lo aparta para venir hacia mí y sujetar mis manos, además de arrugar el entrecejo al ver que mi rostro está hinchado y el hematoma es tan pronunciado que tiene un color negro y morado.

Sus feromonas se expanden por toda la casa, hace que todos, incluido yo, nos hagamos pequeños, temblando al recordar que somos omegas y él es un alfa que podría hacer de nosotros lo que quisiera.

—Una basura… —Damián se gira hacia mi madre y muestra mi moretón—. Si es una basura para ustedes, yo estoy dispuesto a tomarla y convertirla en mi mayor tesoro.

—¡No! —Lance se arroja a los brazos de Damián una vez más y emite unas feromonas asquerosas para mí, y también para el alfa, quien lo rechaza—. ¡¿Sabes a cuántos rechacé por ti?! ¡¿Sabes quién soy?! ¡Soy un Omega Dominante! ¡Soy mejor que esa escoria!

Yo estoy a nada de vomitar.

—Mi propuesta no es contigo —Damián me carga—. Es con tu hermano menor.

No sé qué sucede. Las feromonas estallan como el Big Bang a mi alrededor, colisionan mi mundo y me sumergen en un río de desesperación. Estoy sofocado y ni siquiera puedo mantenerme consciente.

Este no es un sitio para un recesivo.

—Si quieren mi contrato, ya saben dónde encontrarme.

Escucho los gritos de Lance, su histeria se desborda y arremete contra cualquier cosa a su alcance. Brama furioso algo que ya no puedo entender porque mi mente está girando, abrumada por las feromonas. Doy grandes bocanadas de aire antes de sentir un piquete en mi cuello y creer que estoy muriendo por la forma en la que las fuerzas se deslizan de mis extremidades. Una mano cálida cubre mis ojos y después siento una lengua húmeda adentrarse en mi boca. Un sabor amargo me provoca náuseas.

FeromonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora