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( ★ ) Chapter four: calma al corazón ୨୧⊹
Más Tarde
Mirae bailaba sin parar desde hace ya 2 horas y media, estaba totalmente exhausta. Su corazón latía con desesperación y su tobillo no dejaba de doler desde que comenzó. Por el dolor que le provocaba más su cansancio cayó al suelo, provocando que todos la mirarán.
─ Mirae, ¿Estás bien? ─se acercó su profesora de baile de inmediato, ella asintió─ es momento de que descanses, ven.
A pesar de que la castaña se rehusó a dejar de ensayar, la señorita Kim la sentó en las sillas del jardín de la academia y le dió una botella de agua.
─ entiendo que tú madre insista en que te prepares mucho para ser una gran cantante, pero necesitas descansar, mira como estás.. fue suficiente ensayo por hoy, quédate aquí un rato en lo que te recuperas y vete a casa ─ordenó la mayor─ y no quiero que reniegues.
Su madre la señora Kang Minjae le había dado la orden a todos los profesores de la academia que le exigieran a su hija más que a todos los aspirantes y que por más cansada que ella estuviera no la dejaran descansar hasta que terminara su horario. Pero era inevitable que algunos maestros no les llegara al corazón el gran esfuerzo que hacía Mirae por cumplir las espectativas de su madre. Y la señorita Kim era una de ellas. Siempre procuraba dejarla salir unos minutos antes de que terminara la clase con ella, le daba agua e incluso sabía cuándo la chica no había comido o más bien.. no la dejaban comer y ella la alimentaba con algunas barritas de proteína, licuados para levantarle el azúcar o simplemente comida que no afectara mucho su peso ya que su mamá Minjae lo controlaba y no dejaba que subiera mucho.
─ gracias profesora Kim ─dijo con una ligera sonrisa.
. . .
Eran ya las 9:00 de la noche, Mirae iba camino a casa, no dejaba de pensar en el beso que Taesung le había dado y en las palabras que le había dicho SunJae antes de irse “no me importa tu novio, pronto te enamorarás de mí y terminarás con él”.
Sacudió su cabeza para sacar esos pensamientos de su cabeza, entró a su casa y lo primero que vió fue a su hermano menor Minho quien la recibía con una dulce sonrisa.
─ ¡Estás en casa! ─exclamó el menor y se abalanzó a ella para abrazarla.
Si algo la llenaba de energía y alegría era ver a su hermanito. Ella hacía todas aquellas cosas que su madre quería para que él no tuviera que sufrir y cargar con el mismo peso que ella, porque él merecía ser un niño libre y feliz.
