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Una misión... ¿Una misión con el? Ay, no. Soltó un largo suspiro comenzando a colocar su ahori blanco, aquella prenda le causó algo de nostalgia y tristeza, pues al saber que ahora su difunto maestro ya no estaría con ella le partía el corazón.
Aquella persona que creyó en ella, la ayudo, no la juzgó por su cabello, gran apetito o fuerza bruta ya no estaba, esas tardes de charlas y competencias de comida no serían más que un vil recuerdo el cual quedará en su corazón. Aquel hombre le había demostrado que siempre hay una segunda oportunidad para levantarse y dejar los malos recuerdos de lado, superarlos... Se había ido, recuerda perfectamente cuando lloro toda la noche sin descanso, sus ojos color verde se habían hinchada y vuelto rojos, sin duda fue su peor noche.
Se hubiera matado ahí mismo de no ser porque recordó a sus amigos, compañeros, las personas que con una sonrisa y lágrimas en los ojos le agradecían rotundamente el haberles salvado la vida y en especial sus padres, hermanos... Decidió seguir con vida y tratar de encontrar su felicidad como tanto el le había dicho, por el, seguirá viva por el.