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— ¡Caw! ¡Rapido!... ¡Refuerzos al Pilar Del Viento! — Aleteaba al rededor suyo para después guiarla hacia su compañero
— ¡No te preocupes Shinazugawa-San, en seguida llegó! — Corría detrás del cuervo siguiendolo hacía el interior del bosque.
(. . .)
Aquel albino tenía un pequeño problema, pues aunque aquella demonio no era tan poderosa su arte de sangre tenía algo raro que hacía que cualquier hombre se enganchara con ella. Al parecer eso solo afecta en los hombres pues a las pocas mujeres que atacó las mataba enseguida.
— ¡Deja de resistirte! — Gritaba con una sonrisa en su rostro, las lianas que salían del suelo, las cuales ella invocaba, soltaba un humo rosado el cual rodeaba todo su alrededor. — ¡Cállate de una maldita vez! — Por aquel humo no podía ver con claridad ni mucho menos ver a la demonio la cual se escondía en este, sus ataques eran al azar evitando inhalar el aire con aquella cosa extraña para él.