7

51 5 0
                                    

Emma

Hogar, dulce hogar. Debería de comprarme una mascota.

Fueron unos buenos días con la familia de Osvaldo, son en verdad encantadores aunque su abuela me dejó doliendo un poco las mejillas, no tengo casi cachetes y ella quería coger lo inexistente pero era muy dulce. Ademas, me dio dulces.

Voy a mi cuarto y me tiro en la cama, reviso mi celular y solo tengo unos mensajes de mis padres. Necesito amigos. Bueno también tengo de Lucy y de Matheo, más un número desconocido.

Desconocido:Hola linda, espero tuvieras una linda navidad.

Nos veremos pronto muñeca.

Frunzo el ceño, debe de ser el idiota de mi ex. Bloqueo el número y entro a mis redes sociales, nada interesante.

Que aburrimiento, molestaré a Osvaldo.

-¡Osvaldo, me aburro! -Grito mientras toco su puerta, bueno espero sea su puerta.

-Es la de acá, boba. -Volteo a mi derecha y rápidamente lo jalo para que entre. -Te dije que vivo arriba de tu piso.

Pienso, cierto, hay una puerta al lado de la mía. No lo recordaba.

-Me aburro. -Quejo mientras camino mirando su departamento, es lindo y sencillo.

-¿Me viste cara de payaso?- Pregunta con los brazos cruzados y sonriendo.

-Pueeees... - Empiezo
divertida.

Él me tira un cojín dando en mi cara, que malos reflejos tengo a veces. Se ríe, ¡él maldito se ríe de mí!

Le tiro tres cojines de vuelta, solo dos le dan, el otro da a una mesita que tiene y esta se tambalea pero por suerte no se cae. Que mesita tan rara.

-¿Vamos por helado? -Pregunta cogiendo las llaves y abre la puerta.

Asiento feliz.

-Y a buscar una mascota. - Agrego, me mira confundido. - Quiero una mascota.

Salimos del departamento y por suerte a quien sea que le toqué la puerta no está afuera.

-¿Tienes tiempo para cuidar de una?

Pienso eso un momento mientras bajamos las escaleras. Tiene razón.

-Compraré un pez.

2 días después

-Murió chispitas. -Lloriqueo al abrir la puerta.

-Lo compraste hace solo dos días Emma, ¿cómo que murió?- Pregunta sorprendido.

Las mascotas no son lo mío.

-No sé, no se movía, no nadaba, no nada. -Respondo moviendo las manos.

-¿Lo enterraste?

-Lo tiré al inodoro. -Lo miro sonriendo inocente.

-Descansa en paz chispitas, entre excremento y otras porquerías.

-¡No ayudas! - Exclamo y él ríe pero me abraza.

Me separo recordando algo y corro a mi cuarto, busco la bolsa de regalo y vuelvo. Él parece confundido, le tiendo la bolsa y lo impulso a que la abra.

-Es una camisa con el coro de la Macarena. - La mira riendo.

Si, le mandé a estampar la única parte que me sé y que él bailó en el ascensor.

-Soy la mejor, lo sé. -Muevo mi cabello de forma orgullosa y sonrío.

-Chispitas no diría eso.

-Chispitas. - Vuelvo a lloriquear y me tiro de cara al sofá.

No lo tuve mucho pero ya lo quería, estaba tan pequeño y bonito, aunque aún no sé que tipo de pez era pero igual lo amaba. Creo que exagero un poco.

-Tranquila, ¿quieres pizza?- Pregunta acunclillandose a mí lado y moviendo el cabello de mi cara.

Asiento.

-Niña mimada. - Musita divertido.

-Calla que así te agrado.

-Y mucho.

Sonrío.

[...]

Hola, ¿Cómo están?

Perdón por no actualizar antes.

𝑬𝒔 𝒓𝒂𝒓𝒐 𝒆𝒍 𝒂𝒎𝒐𝒓  ||  𝐸𝑙  𝑀𝑎𝑟𝑖𝑎𝑛𝑎 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora