Capítulo 20

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El sol comenzaba a filtrarse por las casi inexistentes ventanas, llenando la habitación de una luz suave y cálida. Martin fue el primero en abrir los ojos. Miró a su alrededor, sorprendido de haberse despertado por la luz del sol y no con la insoportable música que ponían para despertarlos por las mañanas. Su mirada se posó en el rostro dormido de Juanjo que descansaba plácidamente, con el brazo rodeando la cintura de Martin.

Martin sonrió para sí mismo, sintiendo un cosquilleo en el estómago. Así que esto es lo que se siente despertar junto a alguien que te importa, pensó. Se quedó observando cada detalle del rostro de Juanjo, memorizando la tranquilidad en su expresión y el sentimiento de paz que crecía en su pecho al mirarlo. La forma en que los rayos de sol acariciaban la piel de Juanjo la hacían parecer aún más suave y cálida, haciéndole imposible resistirse a tocarla.

De repente, como si hubiera escuchado los pensamientos del vasco, Juanjo se movió ligeramente y abrió los ojos. Al ver a Martin tan cerca, sonrió somnoliento.

—Hola—dijo Juanjo, con voz ronca de recién despertado.

—Buenos días, dormilón —respondió Martin, riendo suavemente, su voz llena de afecto. 

Juanjo se estiró, bostezando, y luego volvió a abrazar a Martin, su agarre firme y protector. 

—¿Cómo estás? —preguntó mientras acariciaba el cabello del mayor, pasando sus dedos por los mechones despeinados de haber dormido. 

Juanjo restregó su cara contra su pecho como si fuera un gatito, disfrutando del momento—. Bien. Me gusta despertarme contigo.

Martin sonrió ampliamente y le dio un suave beso en la cabeza—. A mí también me gusta despertarme contigo, ¿Qué te parece si vamos a desayunar antes de que se despierten los demás? Así podemos tener un ratito para nosotros solos. 

—No—contestó el más mayor frunciendo el ceño y agarrándolo más fuerte. —Quiero estar aquí contigo, solos. Fuera no te puedo abrazar. 

Martin frunció un poco el ceño. —Fuera también me puedes abrazar, Juanjo. 

El maño tardó un tiempo en contestar, buscando las palabras adecuadas. —Sí, ya lo sé. Pero, no sé, no es lo mismo. 

—Bueno, lo que tú quieras, Juanjo.—El vasco decidió no insistir y volver a acurrucarse contra su compañero en la cama hasta que fuera la alarma la que les hiciera tener que salir de la habitación. 

Permanecieron así, disfrutando de la cercanía de sus cuerpos, en silencio, escuchando la respiración del otro hasta que el sonido de la alarma rompió la tranquilidad que habían creado. Se levantaron a regañadientes por tener que salir de su pequeña burbuja. 

—Ojalá estuviéramos... no sé, en mi piso de Madrid y pudiéramos estar todo el día en la cama sin hacer nada y levantarnos a las 12:00.

—O a las 14:00

—No, tan tarde no, que si no no tendríamos tiempo de hacer otras cosas—. Dice Juanjo mirándolo con una sonrisa pícara. 

—¿Umh...Otras cosas?

—Sí ya sabes, ver películas, salir a pasear, desayunar juntos...esas cosas. 

—Claro, ver películas— dice Martin mientras lo mira riéndose incrédulo. 

—¿Qué pasa, no quieres ver pelis conmigo?—pregunta haciéndose el ofendido. 

—Claro que sí. Netflix and chill, ¿no? de toda la vida el mejor plan para conocer a una persona a fondo. 

—¡Martin!—dice mirándolo escandalizado. 

—No me mires así, que tú tampoco eres un santo— dice mientras ríe. 

El roce hace el cariño---Juantinot2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora