Capítulo 22

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Juanjo podría jurar haber escuchado pájaros cantar al despertarse aquella mañana. Cosa que era totalmente imposible porque estaban durmiendo en lo que podría ser un bunker de la primera guerra mundial. Pero estaba tan feliz despertándose al lado de Martin que no se imaginaba una mejor forma de empezar el día. 

La noche anterior todavía seguía muy presente en su mente, se puso rojo tan solo recordando todo lo que había pasado. Martin era lo único que ocupaba sus pensamientos. Pero no solo ocupaba sus pensamientos, también ocupaba el poco espacio libre que quedaba en su diminuta cama. Se veía tan pequeño e indefenso durmiendo recostado  en su pecho, cosa que por alguna razón ponía sentimental a Juanjo, le hacía querer abrazarlo y protegerlo de cualquier cosa que lo pudiera dañar por el resto de su vida. 

Sabía que tenía que hacer algo el respecto. Sabía que no era normal esto que estaba sintiendo, o al menos no por un amigo, o bueno por un lío. 

Cuando Martin despertó estuvieron un rato más abrazados en la cama sin decir nada, tratando de alargar todo lo posible aquello que estaban sintiendo tan solo el uno con el otro. 

Intentaron mantener esa paz el resto del día pero les fue complicado. 

Nada más empezar el día en la clase de fitness Juanjo se puso de mal humor porque el profesor lo había pillado escaqueándose de hacer burpees y le había mandado hacer diez más mientras todos sus compañeros descansaban y algunos incluso se reían de él.

 A Martin le pareció demasiado tierno ver como el maño se picaba por tal tontería, al acabar la clase se acercó a él abrazándole por detrás—¿Estás enfadado?

—No— dijo haciendo un pucherito con los labios y quitándole la mirada. 

Martin se derritió ante el gesto del maño y no pudo evitar soltar una carcajada a lo que Juanjo respondió exagerando más la expresión. —Tranquilo bebé grandullón que te invito a un colacao para desayunar y se te pasa. 

—No me puedes invitar no tenemos dinero aquí Martin. 

—Ya lo sé listillo,  pero si te lo preparo yo es como si te estuviera invitando.

El vasco cumplió su promesa y le preparó la bebida a su compañero porque aun que sabía que realmente no tenía razón para estar molesto, le parecía demasiado mono. Además, así tenía una excusa para desayunar con él. Pues, desde anoche sentía la necesidad de estar todo el rato cerca del maño. 

Y así estuvieron toda la mañana, Juanjo intentaba llamar la atención del vasco diciendo cualquier tontería; Martin por su lado, trataba de sentarse a su lado en cada clase y de estar con él cada vez que había que hacer algo por parejas. 

Algunos de sus compañeros ya se habían dado cuenta de que la actitud entre ellos había cambiando considerablemente en estos últimos días y lo comentaban entre ellos haciendo apuestas de si serían novios ya o de cuánto tardarían en serlo. 

Ajeno a las especulaciones de sus amigos, Martin cogía sus platos para ponerse en la cola para comer. 

—Martin, ya te había cogido plato yo, toma— dijo el maño dándole el plato.

—Gracias Juanjo—contestó regalándole una gran sonrisa, Juanjo le sonrió de vuelta haciendo que sus ojos se achinaran y Martin tuvo que mirar hacia el suelo al notar sus mejillas enrojecer. 

Comieron uno enfrente del otro disfrutando de esa pequeña burbuja que habían empezado a crear a su alrededor y que les permitía ausentarse del agobio que suponía comer con tantas personas en una misma mesa. Simplemente comieron en silencio amando el hecho de que no era incómodo sino reconfortante. 

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⏰ Última actualización: Oct 01 ⏰

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El roce hace el cariño---Juantinot2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora