«Soportar ver a los muertos es una cosa. Ayudar a una adolescente decapitada y sentirse atraída por un asesino en serie, es otra muy diferente...»
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¿Qué tienen en común una chica con la habilidad de ver a los muertos, un joven de aparienc...
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Jane Doe
Pensé que Minerva me ayudaría porque no era tan cruel como creía.
Sin embargo, ella sonríe con malicia al tipo borracho mientras la abuelita fantasma le cuenta lo enojada que esta con su hijo porque había prometido en su lecho de muerte que jamás volvería a beber y se comportaría como un excelente padre y esposo.
El muchacho rubio de la barra observa con mucha atención, sus ojos se entrecierran con recelo y casi parece preocupado por Minerva. Puedo notar a los muertos a su alrededor, pero me ignoran y se notan más interesados en ella.
Saben que es capaz de verlos y escucharlos.
— Ya déjala tranquila — de pronto aparece otro tipo que le rodea el cuello riéndose a carcajadas, a diferencia del primero este es flacucho, alto y no parece tan ebrio. Su voz es estridente y tiene marcas de lápiz labial rojo en el cuello.
— No, no, Dotty — pero Minerva habla con diversión, sus pupilas adquieren un brillo atemorizante y los rostros de los dos hombres borrachos empalidecen — No deberías ir tras las faldas de chicas tan jóvenes.
— ¿Disculpa...? — arquea una ceja y su voz ronca se vuelve más profunda. Seguro el alcohol se le bajo súbitamente o algo por el estilo.
— Oye — el flacucho traga saliva — ¿La conoces o algo? — su compañero rápidamente niega con la cabeza, comenzando a sudar frio — ¿No así te llamaba tu madre? — se rasca la barbilla, extrañado.
— Su difunta madre — agrega Minerva con cierto respeto y luego se inclina hacia los hombres un poco — Siempre te está observando, Dotty — susurra, su tono es espeluznante — ¿Por qué no mejor regresas a casa con tu mujer y te duermes temprano? — le regaña arrugando la nariz e incorporándose — Tal vez si asistes el partido de futbol de tu hijo, te odie menos — Minerva descansa la mejilla sobre la palma de su mano como si fuera la conversación más aburrida del mundo.
Pero está de más decir que los dos hombres y el chico de la barra la observan, con las mejillas desencajadas y los ojos desorbitantes de la conmoción.
