Jane Doe
Minerva esta furiosa. Ella da zancadas ruidosas mientras murmura maldiciones y sus cejas se fruncen en una expresión fiera que echa chispas.
También sé que me odia, porque no deja de llamarme "tonta" y "estúpida". Aunque después de unos minutos de rabieta lanza un suspiro muy muy largo y parece abatida. Me mira una vez más, como si me culpará de todas las desgracias en su vida, y veo que se quita la bata blanca que lleva puesta con su nombre bordado sobre uno de los bolsillos y la dobla con cuidado para dejarla sobre un escritorio de madera.
— No puedo creer que ese tonto tenga razón... — farfulla, y se echa una gabardina de tartán sobre los hombros, saliendo por la puerta trasera de la funeraria. Obviamente, yo la sigo en silencio.
Se cruza de brazos, sigue maldiciendo, pisa los charcos con fuerza mojándose las botas y la lluvia deja empapado su cabello negro. Pero realmente no parece importarle mucho.
Presto atención a nuestro alrededor, Minerva va con pasos decididos a través de una avenida y noto que esta ciudad está llena de un aura extraña... Es casi como si estuviera atrapada en el tiempo.
Alrededor de la funeraria se levanta un área verde que los separa del resto de edificios que son angostos, pero bastante altos, hechos de ladrillos rojos y con una particular arquitectura. Me recuerdan a esas casas adosadas que hay en las villas europeas, pero cada una tiene su propio aire, su propia personalidad. Aun así, tienen en común que se ven bastante antiguas.
A pesar del mal tiempo, todos parecen seguir sus vidas diarias como si nada. Pasamos a través de varias cafeterías, una bonita florería y avenidas repletas de gente. Escucho sus voces alegres haciendo planes para el fin de semana, y también a un grupito de músicos ambulantes tocando jazz alegre.
Mientras más caminamos, la ciudad se oscurece y unas tenues lámparas de luz cálida se encienden, logrando un efecto más retro.
Me gusta mucho aquí, decido. Aunque trato de no perder de vista a Minerva.
Al final el ajetreo de la ciudad se pierde cuando caminamos a lo largo de una calle cernida por árboles y arbustos. En cuestión de minutos todos es silencio. Las luces anaranjadas alumbran las ramas desnudas que se mueven gracias a la brisa helada, dibujando patrones aterradores en el suelo.
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Mi amiga Jane Doe
Paranormal«Soportar ver a los muertos es una cosa. Ayudar a una adolescente decapitada y sentirse atraída por un asesino en serie, es otra muy diferente...» *** 👻 *** ¿Qué tienen en común una chica con la habilidad de ver a los muertos, un joven de aparienc...