CAPÍTULO 3

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Nick Burton

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Nick Burton.

Estoy a nada de pegarme un tiro en la sien. No estoy soportando nada de lo que está sucediendo, estoy llegando a mi punto límite.

Ahora sólo hay una mujer que me calma, y su nombre es, Sara Jacobs.

Ella calma toda esa maldita ansiedad con unos simples sentones, su coño me tiene mal, todo de ella me tiene mal.

Me atrevo a decir que me tiene hechizado, sus ojos color ámbar me fascinan a lo maldito. Ese color de ojos es tan poco común aquí, que por eso me tiene tan enredado.

Pero ese azúl cielo en los ojos de Amy me tienen más que condenado. Y eso me hace sentir peor.

Mientras ella está en rehabilitación, yo estoy follando con una hacker.

He pensado eso cada que me follo a Sara, pero es imposible parar el deseo que me despierta Sara en el cuerpo, como la sangre baja a mi polla es jodidamente imparable, y es obligación hundirme en su coño.

Por un lado, estoy tranquilo, ya que Amy no se va a enterar. Apenas mi nena regrese del hospital, todo será como antes y podremos casarnos como fue planeado.

La extraño jodidamente mal, Amy es la mujer de mi vida, todo de ella me pertenece, esos ojos sólo me miran a mí, y sólo me mirarán a mí.

Bajo la mirada a mis manos y alzo el anillo con el enorme diamante. Detallando y repasando con mi pulgar la hermosa piedra protagonista.

—perdón, Amy —musito con cierto dolor en el pecho.

Mi corazón casi se sale de mi pecho, al momento que el teléfono de mi oficina. Lo tomo a regañadientes.

—coronel —suena la voz de Elena, mi secretaria— lo está buscando la soldado Jacobs.

—deja que pase —ordeno, volviendo el teléfono a su lugar.

La hermosa silueta de Sara entra en mi campo de vista y ladeo una sonrisa.

—mi coronel —suelta con su tono tan putamente sensual— ¿Cómo amaneció?

—muy bien, ahora que te veo —bajo la mirada a su escote, buenas tetas que tiene la maldita— ¿A qué se debe esta visita?

Dejo el anillo en el escritorio, y ella se acerca a mí, rodeando el escritorio, y sentándose en mi regazo, rozando nuestros sexos.

Un gruñido se atasca en mi garganta y mis manos se van directamente a su culo, presionándolo contra mí. Haciendo que sus tetas queden en mi cara.

—quería que usted me consintiera un rato —responde, desabrochando lentamente su camisa, dándole un gran deleite a mis ojos por ese hermoso brasier negro de encaje con transparencias.

—sabes que me vuelve loco ese puto brasier.

—y a mí me encanta cuando te enloqueces por él —jadea, comiéndome el cuello a besos.

Pecados Lujuriosos [Sentencia De Pecados #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora